­Escándalos de corrupción, financiación ilegal, enchufismo... ¿Cuál es la situación actual de la clase política?

Las encuestas revelan la desconfianza de los ciudadanos en ella. La clase política necesita rejuvenecerse y una auténtica catarsis para responder a las necesidades actuales. Está inserta en sí misma y sólo piensa en el cortoplacismo de aguantar por aguantar sin conciencia de lo que está pasando y de lo que puede venir. En las próximas elecciones habrá muchas sorpresas y muchos cadáveres políticos. Hay quien cree que las poltronas son eternas, pero hay que saber retirarse a tiempo. Habrá cambios importantes en el voto y el hundimiento de las formaciones tradicionales bipartidistas. Además, la abstención puede ser muy grave.

­Sin embargo, en la Comunidad Valenciana tenemos ejemplos de escándalos de corrupción política que estallaron antes de las elecciones locales y autonómicas de 2011 y, pese a ello, el PP volvió a arrasar en las urnas. ¿Podría ocurrir lo mismo?

Es algo sorprendente y quizás derivado de que la oposición no presentó alternativas creíbles al electorado. Creo que en las próximas elecciones pueden surgir alternativas más creíbles a la del PP, sin perjuicio de que este partido pueda regenerarse a tiempo.

­¿Hay más corrupción política que antes o se conoce más?

Hay más y es más conocida, pero es algo común a todos los partidos y es un grave problema estructural del sistema político español. La escasa regulación de los partidos y de su financiación ha propiciado esta situación. Como no se ha sancionado a los corruptos suficientemente en el pasado se ha entendido que el terreno estaba libre y que no iba a pasar nada. Pero cuando afloran los problemas y hay una gran sensibilidad por parte de la ciudadanía, ésta exige responsabilidades. En España nadie dimite ni responde ante nada. Estamos todavía por ver a políticos en la cárcel, como ocurre, por ejemplo, en países como América Latina.

­¿Deberían dejar sus cargos los políticos que, como la alcaldesa de Alicante, están imputados en causas judiciales?

La presunción de inocencia es un derecho constitucional, pero cuando alguien es imputado es porque hay indicios racionales de culpabilidad. Por razones de imagen y de higiene pública, los imputados deberían dimitir. Todos. Sin excepción. Aquí la palabra dimitir no se practica. No entiendo la actitud de aferrarse al cargo. Están al servicio de la ciudadanía y sería muy digno, respetable y elogiable que se retirasen hasta que su inocencia se sustentase en las resoluciones judiciales. Debe haber un consenso nacional para obligar a los imputados a no ocupar los cargos públicos y a no aparecer en las listas electorales salvo sentencia judicial firme absolutoria.

­El caso Bárcenas, los ERES fraudulentos, Gürtel, Brugal.... ¿Qué imagen proyecta España al exterior?

No favorece en nada a la marca España y no es bueno en estos momentos de crisis de cara a la opinión internacional y de cara a los turistas e inversores extranjeros. Tendríamos que cuidar más estas cuestiones y que los imputados dimitieran. Es una cuestión de educación y cultura política.

¿En qué situación deja el caso Bárcenas la credibilidad de Mariano Rajoy?

El caso Bárcenas golpea y cuestiona la honradez de Rajoy. No digo que sea un corrupto, pero debería dar una explicación pública.

La Casa Real no atraviesa sus mejores momentos, ¿cree que el Rey debería seguir la estela de otros monarcas y abdicar?

Personalmente, diría que sería bueno que abdicase, pero objetivamente creo que no es bueno para el país ahora mismo. Tiene más carisma que su heredero y antes de su jubilación puede jugar un papel integrador en España, como lo hizo durante la Transición.

­Los políticos gestionan las administraciones y el dinero público, ¿cualquiera puede ser político o deben tener formación?

A la política no se puede llegar a experimentar sin tener una capacidad mínima exigible. La capacidad de gobernar no se improvisa y hay que estar preparado. Un político no tiene por qué ser un experto en administración, sino contar con el apoyo de funcionarios profesionales y seleccionados por oposición y no a dedo. El enchufismo y clientelismo es difícilmente justificable.

­¿Se ha tocado fondo? ¿La situación puede estallar?

Hay un conflito social latente y la insatisfacción ciudadana es creciente. Si no hay respuestas por parte de toda la clase política y estas son satisfactorias y pronto, el conflicto puede estallar y no sabemos hasta dónde ni cómo. Si no se da una respuesta satisfactoria acabará apareciendo la extrema derecha y un nuevo populismo.

¿Dónde está la clave de ese cambio que plantea?

Todos los partidos políticos deben reflexionar, regenerarse y volver al espíritu de consenso, entusiasmo y colaboración de la Transición política. Las disputas internas estériles no favorecen a la solución de los problemas existentes. La ley de Transparencia puede ser un primer paso, pero debe ir acompañada de otras medidas legislativas que favorezcan un cambio en la cultura política.

Para ello, además de aprobar las leyes habrá que aplicarlas...

Es fundamental. No se cambia a la sociedad por decreto y el reto es que no se queden en papel mojado. La ciudadanía quiere hechos, realidades y no palabras y promesas. Está harta.

­¿Los políticos deben tener más en cuenta a los movimientos sociales emergentes?

Son importantísimos para regenerar la democracia y completar la función de los partidos políticos. Los políticos deberían comunicarse más con ellos. Hay muchos políticos que se creen que comunicación política es una página web o transmitir pura información apologética o ególatra. La comunicación política es diálogo e interacción tras escuchar. Convendría que la clase política antes de actuar, escuchase.