Llegó hasta la última de sus cartas, aunque él nunca lo hizo. "En cuatro días estoy allí", escribió desde Cuba. Juan Méndez Gil fue un soldado valenciano que dejó un imborrable recuerdo en sus cartas enviadas desde las trincheras. Murió de cólera el 25 de noviembre de 1898 a bordo del barco que lo traía de vuelta de la guerra de Cuba junto con el resto de la tropa. Aunque él, más que soldado, fue pintor.

Decoradas al detalle, sus cartas tienen un valor histórico indescriptible. La mayoría de ellas, dirigidas siempre a su familia, iban acompañadas con dibujos de una belleza excepcional. En una época donde las fotografías escaseaban, Juan Méndez logró perpetuar todo lo que observaba desde las trincheras, configurando así un gran testimonio gráfico. Veintiséis de estas cartas forman parte de la exposición inaugurada ayer en el Museo Histórico Militar de Valencia, aunque su sobrino, Juan Méndez Jiménez, que con 91 años asistió al acto de inauguración, asegura que en casa aún tiene "muchas más". Fue su padre, el hermano del soldado pintor, el que guardó estas reliquias llenas de arte que Juan Méndez enviaba desde el campo de batalla, ahora donadas por su sobrino al museo.

Hijo de pintor, su talento creció en el barrio de Russafa y se moldeó en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos hasta cumplir los 17. Su vida cambió de forma radical cuando en 1895 fue llamado a filas y tuvo que marcharse a luchar a la isla de Cuba. Desde allí escribió sobre todo anécdotas del día a día y también momentos trágicos de la batalla. En una de las transcripciones explica que la guerra "es un comercio" y que cuando a los insurrectos les daban dinero "se marchaban hasta que se les acababa y entonces volvían". También relata las condiciones a las que debía someterse en los turnos de guardia y que esperaba poder encontrar trabajo como pintor.

La exposición, abierta al público hasta marzo, responde al nombre de "Allí estuvo España", e incluye también otras historias, a menudo olvidadas en los libros, de héroes anónimos como Juan Méndez, que lucharon hasta la extenuación. La muestra se divide en dos campos históricos: los procesos de descolonización a finales del siglo XIX en las guerras de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y la presencia de España en el Norte de África y Guinea Española. Además de las cartas, se pueden ver uniformes reales, condecoraciones, equipos y armas, objetos curiosos y fotografías de la época. El año pasado consiguieron que cerca de 2.000 niños visitaran las instalaciones del museo y para este año esperan llegar a la misma cantidad. El comisario de la muestra y director del museo, coronel Alfonso García-Menacho, recalcó al inicio de la inauguración la ilusión y el trabajo invertidos y apuntó que la finalidad es "meramente didáctica, ya que es importante conocer la Historia, con sus hazañas y sus errores, que también cometimos".

Otra de las historias que se exhiben es la singular vivencia del último bastión en Filipinas, en la que cincuenta españoles se atrincheraron en una iglesia de Baler hasta un año después de haber terminado la guerra porque no se creían las noticias. España había firmado ya el Tratado de París en el que se cedía la soberanía de Filipinas a EE.UU., pero ellos siguieron luchando contra los insurrectos. Sobrevivieron 31 soldados, cuatro de ellos valencianos. Esta epopeya inspiró la película "Los últimos de Filipinas" estrenada en 1945, que recrea los meses que vivieron en el llamado sitio de Baler.