Tres noticias aparecen en la prensa y a los lectores no les da un soponcio por pura costumbre con la corruptela. El aeropuerto de Castelló perdió 7,5 millones en 2012 y ahora un juez obliga al Consell a pagar 120 millones al contado por las obras ejecutadas allí, la F1 costó 60 millones a la Generalitat tras asumir su gestión y el presidente del Puerto de Valencia pacta devolver en diez años los 77.000 euros de sobresueldo. Con los ojos como platos, sacas la calculadora (aunque no es necesario) y lanzas la mente sobre lo que se podría hacer con ese dinero. Piensas en hospitales allá donde las aglomeraciones son diarias y las listas de espera superan el semestre de vergüenza, piensas en escuelas donde los fríos barracones (en su acepción climática y paisajística) son la única opción o la mayoritaria, piensas en largas colas en las casas de la caridad o en los bancos de alimentos repartidos por Valencia.

Pensar en los más necesitados siempre fue considerado demagogia para aquellos que se esconden tras el precio de un bolso que supera el salario mínimo interprofesional. La exclusión social será una de las herencias de esta estafa programada que es la crisis económica, de esta década perdida si la valoramos en términos de sueños rotos. España se sitúa como uno de los países punteros de la Unión Europea en el ranking que mide la diferencia entre el 20 % de la población que más ingresa y el 20 % que menos.

Según Intermón Oxfam, hasta 18 millones de españoles podrían quedar al margen de la sociedad, dado que el capitalismo que nos rige (que nos acaudilla) valora a sus integrantes como potenciales clientes. Se recorta el Estado de Bienestar y aumentan las tasas de pobreza. Ahora que Morgan Stanley invita a comprar bonos españoles al grito de ¡Viva España! y que la crisis pronto quedará olvidada (vienen las elecciones y hay que ganarlas), los mismos que nos metieron en esta debacle histórica, nos sacarán de ella y todo quedará igual. Como aquellos franquistas que tras años de tiranía se introdujeron con nocturnidad en la democracia y siguieron durante muchos años chupando del frasco del erario público.

Fabra y los ahora consellers se desmarcan de la época de Camps como si no fueran compañeros de partido. El PP lleva (he perdido la cuenta) mil millones de años gobernando el territorio valenciano y su incapacidad política nos ha llevado a la presente situación, en la que estamos a la vanguardia de todas las deficiencias posibles. El PP de Rajoy ha disminuido la prima de riesgo aprovechando que las crisis económicas son cíclicas y se superan cuando a los ciudadanos no les queda sangre. Solo había que esperar y el PP ha tenido suerte de estar en el gobierno cuando las cosas han empezado a mejorar. Saldremos de la crisis pero los españoles y españolas difícilmente volverán a disfrutar de condiciones laborales como las de hace una década (trabajar ocho horas por 500 euros será un milagro y si te echan y te dan 2.000 euros ya puedes dar gracias a cualquiera de tus dioses). Los mismos españoles caminarán hacia la contratación de seguros médicos privados, las becas estudiantiles serán para afortunados y las recortadas pensiones seguirán siendo el pilar de las economías de varias generaciones familiares. Los de siempre seremos más pobres y los de siempre serán más ricos. Rato ya está en el Santander junto a Botín. ¿De qué nos habrá salvado este gobierno?