Son sigilosos, eficaces y llegan más allá de lo que aspira el hombre. Los vehículos aéreos no tripulados (comúnmente llamados «drones») son aeronaves que funcionan por control remoto, sin tripulantes, y pueden alcanzar grandes alturas mientras retransmiten imágenes a tiempo real, gracias a una cámara.

Alrededor de este artilugio se ha celebrado el pasado fin de semana en Cheste el II Encuentro Nacional Multirrotor, organizado por el Club Radiocontrol Valencia. Una quedada entre apasionados del aeromodelismo, que se han reunido para competir, intercambiar experiencias y mostrar sus «drones» en público.

En esta segunda reunión „la primera fue en Galapagar, Madrid„ se han inscrito 54 personas de toda España, que han hecho volar las aeronaves en un certamen de destrezas, acrobacias y carreras.

Precios de hasta 6.000 euros

«Cada uno diseña su aeronave, le añade piezas, lo agranda o reduce a su gusto y así le aporta un valor añadido», afirma Javier Soler, miembro del Club Radiocontrol y propietario de uno de estos artefactos. «Los precios varían mucho. Un aparato de lo más simple puede costar 50 euros, mientras que algunos de los participantes de este año han invertido hasta 6.000 euros en el suyo». La customización es uno de los rasgos distintivos de estos vehículos.

Los «drones» nacieron con un uso exclusivamente militar, y se han usado en la mayoría de contiendas entre finales del siglo XX y principios del XXI: la Guerra del Golfo, Bosnia, Irak o Afganistán.

Son capaces de llevar a cabo operaciones de reconocimiento y vigilancia, y también de identificar objetivos y lanzar misiles, sin necesidad de poner en peligro a un piloto para tales funciones.

Pero, más allá de su polémico uso como arma de combate, los «drones» han diversificado sus actividades, y el uso civil o simplemente recreativo ha aumentado de forma exponencial en los últimos años.

En el campo de la arquitectura, sirven para acceder a puntos altos de un edificio sin necesidad de usar grúas o andamios. En ingeniería, son capaces de medir cualquier espacio, desde campos a canteras. Su alta capacidad estática les permite hacer fotografías y vídeos con nitidez y desde cualquier ángulo.

Protección Civil también ha echado mano de los «drones» para que les ayuden a buscar personas desaparecidas en zonas agrestes y de difícil acceso. E incluso se le pueden encontrar aplicaciones más lúdicas, como las bodas. «Ha habido gente que ha contratado uno para su boda, como complemento al servicio del fotógrafo», asegura Soler, que está convencido de que este es un negocio en crecimiento: «Cada vez hay más gente interesada, los fabricantes se especializan y el producto se vuelve más específico».

Cualquier persona que quiera los servicios de un «dron» puede ponerse en contacto con el Club Radiocontrol Valencia o con otros similares, y también con empresas especializadas. Todos ellos han sabido ver en este pájaro electrónico un nicho de mercado, cuya utilidad está, en muchos campos, todavía por descubrir.