Alejandra Hervás es doctora en psicología y presenta en la feria de aplicaciones móviles que se celebra estos días en Valencia su proyecto Smart Academy. «Más que una aplicación es un método de trabajo. Utilizamos las posibilidades educativas de las aplicaciones móviles para educar como se ha hecho toda la vida». Alejandra y su equipo trabajan con niños de 2 a 8 años a los que, gracias a las aplicaciones móviles que cualquiera puede descargar en la tableta o en el móvil, ayudan a mejorar su comprensión lectora, capacidad de concentración o a tratar problemas como la dislexia. «Una buena elección de juegos y aplicaciones puede ayudar al niño desde pequeño a mejorar algunos puntos débiles», defiende. Sin embargo, esta joven psicóloga muestra sus reparos sobre las aplicaciones existentes en las tiendas virtuales de Mac o Android. Desarrolladas por informáticos, Hervás observa en ocasiones grandes carencias que no habrían pasado desapercibidas a un pedagogo: «El mejor ejemplo son las aplicaciones para aprender a sumar. Muchas ponen las sumas en vertical, como estamos acostumbrados a verlas en las pizarras de los colegios; sin embargo los niños aprenden a sumar contando y eso tiene que estar representado en horizontal en la pantalla. Muchos padres se frustran pensando que sus hijos no saben sumar cuando es sólo una cuestión visual». Hervás habla con conocimiento de causa, se encuentra entre el equipo que desde Imagina Group desarrollaron la adaptación para móviles y tabletas de los tradicionales Cuadernos Rubio.

El proyecto de esta emprendedora valenciana se centra en estudiar cada aplicación o juego que aparece en el mercado para después seleccionar aquellas partes que puedan ser más interesantes como parte de un temario que luego imparten ella y el resto de su equipo. «Son principalmente actividades extraescolares en centros educativos de la Comunitat Valenciana», apunta. «Lo que más disfruto son los colegios públicos con los que hemos colaborado, ahí es donde puedes ver de verdad las posibilidades de aplicar las nuevas tecnologías a una clase llena de niños donde cada uno está haciendo ejercicios pensados para él».

Sobre la penetración de las nuevas tecnologías en los centros educativos, Hervás se muestra crítica: «Hay subvenciones de Educación para la compra específica de tecnología con las que no sabemos qué se está comprando. Probablemente pizarras digitales». Sobre éstas últimas, valora el esfuerzo realizado por las editoriales en su momento para adaptarse a los nuevos tiempos, pero lamenta que «en dos años estarán obsoletas porque tienen difícil actualización». Así y todo, Hervás advierte del peligro de llenar ahora las aulas de tabletas digitales: «Si ahora la Generalitat llenara las aulas de tabletas cometeríamos el mismo error de siempre». «No querría unas aulas sin libros.Las tabletas deben ser un complemento. No pueden sustituir a la plastilina», sentencia.