Compartir regularmente cacerías de varias decenas de miles de euros con dos contratistas públicos a los que ha adjudicado con su firma 34 millones (a Vicente Huerta, dueño de Avialsa T35) y casi 2 millones (el constructor José Miguel Pérez Taroncher) es materia que pertenece a la «vida privada» del conseller Serafín Castellano. Y, como cualquier otro asunto de la esfera íntima, no merece explicación pública ni rendición de cuentas en las Corts. El secretario general del PP se atrincheró detrás de este argumento en la comisión de Gobernación que ayer se reunió después de que Fernando Giner clausuró la anterior sesión para evitar que se abordara el escándalo de las cacerías destapado por Levante-EMV.

«No tengo por qué dar cuenta de mi vida privada ni de las aficiones que tengo y seguiré practicándolas», replicó Castellano a la portavoz socialista, Ana Barceló. El conseller evitó hablar de obras Taroncher ha facturado 7 millones a la Generalitat en 200 contratos a dedo, de perdices, de patos, ciervos, venados o torcaces. Se limitó a defender que en las adjudicaciones del servicio aéreo de extinción de incendios a Avialsa T35 hubo un «estricto cumplimiento de la legalidad». Subrayó que fue la única que concursó, ha trabajado con gobiernos de todos los colores políticos, en varias comunidades y países, y es una «empresa puntera». Respecto a Taroncher, defendió los contratos menores. La socialista Barceló le formuló siete preguntas. Pidió explicaciones sobre los bienes compartidos por Castellano y la esposa de Taroncher, la contratación de ésta en el grupo popular, cómo se adjudicó unas obras de refuerzo estructural del pabellón central de la Fe por 1,2 millones a una empresa de 5 o 6 empleados o por qué se le pagó a 45 días. También preguntó por las obras que Taroncher acometió en casa de la directora económica de la Fe y de la actual número dos de Gobernación. El conseller no dio respuestas. Se limitó a calificar y cuestionar las preguntas y a la oposición. «Es poco ético, inmoral, se dedican a insultar, a difamar con falsedades, al todo vale para lograr sus fines», disparó. Y prosiguió: «Es un circo, buscan el lío y el barullo porque viven de eso y del sensacionalismo, sin eso serían transparentes por inexistentes». «¿Les pregunto yo por sus amistades?», inquirió a la oposición. Castellano proclamó que hablaba «desde la tranquilidad de no tener servidumbre política ni mediática, no tengo que esconderme de nada. Mis únicas hipotecas las tengo con los bancos», sentenció.

Barceló le recordó la frase que pronunció cuando exigió la dimisión del exministro Bermejo por ir una cacería con Garzón: «Se ha de investigar todo y quien la haga que la pague (...) estas prácticas se tienen que desterrar». «La mujer del César, además de ser honrada ha de parecerlo», le asestó la socialista, además de reprocharle que a Taroncher se le pagaron 498.000 euros por el principio de «enriquecimiento injusto», dado que no había partida presupuestaria para las obras que se le otorgaron en la Fe.

Josep Maria Pañella, de Compromís, abundó en ese asunto («hubo facturas irregulares») y exigió «ética, transparencia y coherencia».«La cuestión, señor Castellano, es dónde acaba la vida pública y comienza la privada», agregó. Completó además la cita de Castellano sobre sus críticas a Bermejo: «Si no lo destituye el presidente [Zapatero] se convertirá en su avalista». «Lo mismo podría decirse de Fabra respecto de usted», zanjó.

Desde EU, Lluís Torró, advirtió de que hay «sospechas de fraccionamientos de contratos a Taroncher». Las fotos de cacerías, apuntó, «han contribuido a que se ponga en duda la relación de sus conselleries con los empresarios». Y añadió: que el «problema fundamental es la falta de información». «El único responsable de las dudas sobre si su actuación fue ética es usted«», el espetó.