La Universitat de València (UV) ha estampado su nombre con letras doradas en el palmarés del concurso internacional de Biología Sintética IGEM (International Genetically Engineered Machine), promovido por el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), en la ciudad de Boston.

Ante los imponentes colosos de la investigación académica, como las universidades de Stanford, Harvard y Oxford, un grupo de diez estudiantes del departamento de Biotecnología de la UV, autodenominado wormboys -chicos gusano- fue capaz, el pasado lunes, de convencer con su proyecto al jurado del certamen, en el que han participado un total de 73 equipos de todo el mundo.

Los "chicos gusano" valencianos han sido galardonados con el primer premio en la categoría de "Nuevas aplicaciones en biotecnología", gracias a un estudio en el que defienden que la manipulación genética de una especie determinada de gusanos y bacterias permite modificar su comportamiento de forma puntual, con el fin de obtener, mediante su interacción con el medio natural, una serie de bioplásticos, con un alto valor ecológico.

Pero la competición ha estado reñida hasta el final. El alto nivel de los trabajos presentados en esta última fase del concurso -antes hubo una previa de ámbito europeo-, incluía, entre otras, una laboriosa indagación de Stanford, que trataba de recuperar muestras de ADN extinto. Sin embargo, la rigurosidad del completo proyecto de la UV decantó, finalmente, la balanza en favor de los gusanos valencianos.

La celebración queda pendiente

Nada más aterrizar en el aeropuerto de Manises, Manel Porcar, investigador del Institut Cavanilles de Biodiversitat y Biologia Evolutiva de la Universitat de València y coordinador del trabajo premiado, mostró su alegría a Levante-EMV. "Estamos muy contentos, porque con un equipo modesto hemos ganado a las grandes potencias en este terreno, como las universidades de Alemania y la Gran Bretaña", señaló el profesor. Con la estatuilla de vidrio que les acredita como vencedores en la maleta -no hay premio en metálico-, Porcar destacó la importancia de este reconocimiento. "Aunque no es el Nobel, este galardón supone estar en la primera línea del 'ranking' internacional. Ahora sólo queda celebrarlo y pensar en el proyecto que presentaremos el año que viene, de nuevo con la intención de ganar".

Mientras tanto, el experimento de los gusanos servirá para que un grupo empresarial que ha apoyado la investigación desde sus inicios trate de sacar provecho a esta atractiva idea.

Por otro lado, el estudiante Pedro Dorado, miembro del grupo, definió como "increíbles" las sensaciones vividas en Boston, donde ha podido compartir su trabajo con colegas de todo el planeta. Su compañero Guillermo Zafrilla, afónico por los gritos de victoria entonados tras escuchar el veredicto del jurado, aseveró que la "celebración aún está pendiente. Ahora hay que volver a la realidad y estudiar para los exámenes del máster".