El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, había convocado de urgencia la junta directiva regional en busca del respaldo del partido a la decisión de cerrar RTVV. La reunión, celebrada en un hotel de Valencia y no en la sede del partido para despistar a los cabreados, apenas duró diez minutos, tiempo suficiente para que por asentimiento el órgano avalara la drástica medida. Pese al cuestionamiento interno que el cierre de Nou ha generado, Fabra se encontró con la sorpresa de ser recibido con una prolongada ovación. Aplausos que quizas ha echado de menos en otras reuniones donde se le ha cuestionado incluso su línea roja contra los imputados. Tal fue el estado de ánimo que el presidente pidió a los suyos, cuyos rostros evidenciaban la preocupación, que se ahorraran los aplausos por considerarlos, con la que está cayendo, inapropiados.

Fabra ya se había ganado en las últimas 48 horas el silencio de sus principales referentes críticos y era poco probable que alguien asumiera la voz del malestar interno, que sigue existiendo. Ahora bien, los aplausos no se esperaban. La jornada anterior, con una televisión pública arreando con fuerza contra el Consell y el PP, convirtió ayer a un partido descolocado en otro necesitado de unión contra la adversidad.

Fabra sentó en la mesa presidencial al secretario general del PPCV, Serafín Castellano, y al presidente provincial de Valencia, Alfonso Rus, una imagen poco común con la que quiso reforzar la idea de un partido unido. Básicamente, según testigos, incidió en la inviabilidad económica de la empresa tras el fallo de los tribunales. Fabra dió de nuevo los datos del coste de mantener abierta TVV y sostuvo que ante la situación de las arcas autonómicas había que priorizar el gasto social. No hubo autocrítica. Es más, acentuó sus críticas hacia los sindicatos a los que responsabilizó de la situación. Fabra les echó en cara que ahora quisieran dialogar cuando en su día se negaron.

Felicitaciones a Castellano

El presidente reiteró que era la decisión más difícil que había tomado en sus dos años en la Generalitat y mantuvo que no se sentía orgulloso de ella. Ahora bien subrayó que lo había hecho porque era responsable. Lamentó que con el cierre del canal autonómico todos habían perdido una parte de la Comunitat Valenciana y admitió que Canal 9 era un símbolo de la autonomía. En este sentido pidió la comprensión del partido hacia los damnificados y les instó a no entrar en polémicas. Cuando terminó, avisó de que sometía a votación su decisión y dio la opción a hablar a quien no estuviera de acuerdo o quisiera absterse. Solo la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, pidió la palabra y lo hizo para aplaudir el valor que en su opinión había tenido Serafín Castellano al participar la noche anterior en el debate en TVV. En privado, Castellano recibió otras felicitaciones de sus compañeros.

Tras hablar Barberá, el resto calló y la decisión se dió por ratificada por unanimidad. Levantada la sesión los corrillos, entre ellos el de Fabra, Rus y Barberá, se prolongaron más tiempo incluso que el que duró la junta. La mayoría de los convocados acudieron. Las únicas ausencias destacadas fueron la del presidente de las Corts, Juan Cotino, y varios diputados por Madrid. José Císcar, en las Corts, llegó cuando la reunión había acabado.