Era mono, elegantito y solo costaba 18 euros. Y le venía de perlas como complemento distinguido para asistir a la boda de su hermano en Polonia. El 6 de agosto tenía la fecha de embarque en la terminal 2 del aeropuerto de Barajas para volar a su pais. Y lo que supuestamente no era más que una aparente cartera de fiesta se convirtió en un abrir y cerrar de ojos en un arma prohibida que fue requisada por agentes de la Comandancia de la Guardia Civil en el filtro de seguridad aeroportuario y trasladada al Depósito de Intervención de Armas.

La protagonista, una joven polaca de 30 años, residente en Valencia y miembro de la Asociación de Amas de Casa Tyrius, no daba crédito de que por llevar aquel bolso de fiesta la acusaran de una infracción grave como portadora de un «arma prohibida» con una propuesta de sanción de 301 euros en caso de no presentar alegaciones en un plazo de quince días.

A simple vista, los agentes de la Guardia Civil observaron que a pesar del diseño y las piedras engarzadas, el asa de aquella cartera de fiesta no era un agarre cualquiera, sino una llave de pugilato, conmúnmente llamada «puño americano».

La viajera explicó a los agentes que compró el bolso en una tienda regentada por vendedores chinos en pleno centro de la ciudad y abierta al público, donde cualquier viandante podría adquirirlo. La denunciada reiteró que «en ningún momento fue consciente de que el objeto comprado, que se supone que cumple todos los requisitos de seguridad, ya que está puesto en el mercado, podía suponer en una de sus partes un arma prohibida.

La Asociación de amas de casa Tyrius ha denunciado ante la Dirección General de Consumo la venta de estos bolsos de mano, susceptibles de ser utilizados como arma, en diversos establecimientos de la ciudad de Valencia. En el escrito se indica además que «se trata de un modelo de bolso de fiesta muy de moda, cuya asa ha sido catalogada como arma prohibida, por tratarse de una llave de pugilato».

Tyrius ha comprobado que este tipo de bolsos está a la venta en diversos establecimientos de la ciudad de Valencia y que incluso algunos modelos llevan asas que contienen elementos punzantes en su extremo.

De hecho, al regreso de su pais la joven polaca volvió a la tienda y adquirió otro modelo con el mismo tipo de asa, aunque más peligroso (la que acaba en pequeñas puntas de flecha), para disponer de una factura que acreditara su compra y demostrar, así, que este tipo de «armas prohibidas» se venden sin recato ni control en tiendas de la ciudad.