El presidente Alberto Fabra se empleó ayer a fondo para garantizar que no habría fuga de votos en el grupo popular, un escenario que, aunque bastante improbable, era temido en el Palau de la Generalitat. A primera hora de la mañana, antes de que comenzara el pleno, Fabra acudió a la reunión de grupo para dar jabón a los suyos y agradecerles de antemano su apoyo a una decisión que calificó de «dolorosa». Fabra, consciente de lidiar con un grupo en conflicto permanente y en el que ya ha empezado a cundir el temor a no repetir en las próximas listas, elogió el trabajo de los diputados y subrayó que estaba orgulloso de todos ellos. Las palabras de aliento de Fabra buscaban, de un lado, tranquilizar al grupo después del incidente de las firmas a favor del indulto al exalcalde de Torrevieja, Pedro Hernández Mateo, y, de otro, marcar la estrategia para amarrar una votación clave. Se pidió a los populares que en el hemiciclo evitaran aplausos, si bien Fabra se llevó, a puerta cerrada, una cerrada ovación.

Al acabar la reunión, Fabra atendió a la prensa Mantuvo que la decisión era muy compleja y que «les afectaba personalmente», si bien resaltó que la «responsabilidad» de su gobierno «está con los cinco millones de valencianos y con la necesidad de seguir teniendo presupuesto para poder garantizar el estado de bienestar». El presidente entró al hemiciclo y siguióel debate sin moverse de su escaño. Tras la votación, se marchó y declinó hacer más declaraciones.