Ni la esperanza de fugas en el PP ni la presión social y de los muchos allegados de los propios diputados populares que trabajan en Canal 9 cambiaron el voto del grupo del Gobierno. Veinticuatro años después de que la presentadora Xelo Miralles abriera las emisiones, el presidente Alberto Fabra ejecutó en las Corts el fin de Radiotelevisió Valenciana. La Cámara aprobó con el voto favorable de los 49 diputados populares presentes, frente al no de los 42 de la oposición, la proposición de ley del PP que autoriza al Consell a la liquidación de RTVV. Pero no le fue fácil. La votación dio paso a una bronca monumental que acabó en suspensión del pleno. Los diputados socialistas, de Compromís y Esquerra Unida actuaron como un bloque y escenificaron su indignación girándose y dando la espalda a la bancada popular. Desde el palco de invitados, miembros del comité de empresa y los consejeros de la oposición en RTVV se levantaron e increparon a Fabra, al Consell y al PP, con gritos de «No teniu vergonya», mientras la oposición, puesta en pie, aplaudía a los empleados.

El presidente de las Corts, Juan Cotino, ordenó desalojar el palco pero la bronca desde la tribuna y los escaños de la oposición (que se unió a las protestas de los trabajadores) no cesó. Fabra y el PP aguantaron inmóviles el chaparrón hasta que Cotino suspendió el pleno. El presidente, seguido del vicepresidente José Císcar, fue el primero en levantarse y salir del hemiciclo con gesto desencajado. Fue el colofón a un debate de más de tres horas de enorme tensión, con un centenar de trabajadores de RTVV en los exteriores, en el que la oposición acusó a los populares de «saquear» Nou para llevarla ahora al cierre y amenazó con ir a los tribunales para que el Ejecutivo asuma las consecuencias con su patrimonio, mientras el síndic popular, Jorge Bellver, hizo a la oposición «corresponsable» del apagón por su «irresponsabilidad» al «bombardear» el nuevo modelo de RTVV. En la votación se ausentó el exconseller y diputado no adscrito, Rafael Blasco, y hubo un nulo, por error, de la popular Maite Parra. No asistieron los populares Sonia Castedo, Luis Díaz Alperi, Angélica Such y Rosa Roca, y los socialistas Jorge Alarte y José Benlloch.

El socialista Josep Moreno, quien al igual que el resto de diputados del PSPV mostró desde el escaño carteles de «#RTVV no es tanca», subrayó que el de ayer fue un día de «inmensa vergüenza» y una «derrota histórica» de la sociedad valenciana vencida, «no por un partido político y un Gobierno», sino por «una banda», cuya forma de actuar equiparó a «la Mafia», y cuya gestión «corrupta» y su «compulsión a delinquir y saquear las arcas de los valencianos» es la que ha llevado a cerrar RTVV. Enric Morera, de Compromís, pidió a Fabra la dimisión para que deje de «dañar la autonomía», y le reprochó que actúe «mandado por Madrid, al dictado de las políticas 'neocon'». Ignacio Blanco, de EU, quien desplegó en la tribuna una camiseta contra el cierre, acusó a los populares de ser «émulos de Millán Astray» y a Fabra, de «asesino de RTVV», y censuró que no se asuman responsabilidades. La oposición auguró que el PP lo pagará en las urnas y avanzó que reabrirá Nou.

Bellver reiteró que es una decisión «muy difícil» pero necesaria para «mantener los servicios básicos, Sanidad y Educación», y la «última consecuencia» de la sentencia del TSJ que anuló el ERE y obligó a readmitir a los mil trabajadores despedidos. Y contrapuso la actitud de la oposición con el acuerdo en Galicia para mantener TVG. El apagón efectivo de Nou puede ser cuestión de horas o semanas, según la fórmula que adopte el Consell.