Algo más de 70 kilómetros separan Xàtiva del pirulí de RTVV, pero ni la distancia permitió al presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, esquivar ayer los abucheos y protestas de los trabajadores del ente. Fabra inauguró las obras de restauración del ala sur del claustro del antiguo convento de Sant Domènec, en compañía de la ministra Ana Pastor y del alcalde de Xàtiva. La seguridad en torno al presidente se redobló para evitar los incidentes del miércoles en el Centro de Desarrollo Turístico (CdT) de Valencia. Ocho furgones y una veintena de agentes de la Policía Nacional, reforzados por la Guardia Civil y la Policía Local lograron impedir que se repitieran las imágenes de manifestantes golpeando el coche oficial y de trabajadores increpando al presidente a un palmo. La policía cortó la calle y todos los accesos al edificio e impidió a los más de cien manifestantes acercarse a menos de 200 metros de Fabra. Vecinos, periodistas e incluso concejales del PP tuvieron dificultades para atravesar el control.

Cuando la comitiva creía estar a salvo, un coro de voces infantiles comenzó a gritar «Que torne Canal 9» y «Fabra dimissió» desde el patio de un colegio situado frente a Sant Domènec. Al paso del presidente, los alumnos del CP Taquígraf Martí intensificaron sus consignas. Fuentes docentes del centro denunciaron posteriormente que la policía accedió al recinto para poner fin al alboroto y estuvo con la directora. Minutos antes, el edil de Seguridad había estado observando fijamente el patio, tratando de localizar si maestros alentaban la protesta. La dirección del centro declinó comentar lo sucedido. Las fuentes consultadas indicaron que cuando accedió la policía, el recreo estaba a punto de terminar, por lo que el ruido se tradujo en seguida en silencio. El PSPV de Xàtiva pidió explicaciones por «hacer callar a los niños», hecho que calificó de «intolerable y miserable».

El alcalde, Alfonso Rus, respondió al ser preguntado por la protesta: «Los entiendo», en referencia a los trabajadores de RTVV, que portaban carteles que mostraban el rostro de Fabra boca abajo, como Felipe V.

Más tarde, en el Palau de les Arts de Valencia, Fabra solicitó «tranquilidad» y dijo que admite las protestas pero «manteniendo las formas». «Y aquellos que no las respeten se tendrán que ajustar a las sanciones», advirtió. Y apuntó que van a «denunciar» comportamientos «punibles».