­Esta a punto de cumplir 95 años, pero sigue siendo tan nueva como cuando en 1919 el filósofo austríaco Rudolf Steiner abrió en Stuttgart (Alemania) una innovadora escuela para los hijos de los empleados de la fábrica de cigarrillos Waldorf Astoria. Su objetivo era «educar al ser humano libre dentro de la actividad libre», preservando lo cultural-educativo dentro de la esfera de la libertad, sin interferencia de lo político ni de lo económico. Así nació la escuela libre de la pedagogía Waldorf-Steiner, pionera en el mundo en integrar a niños y niñas en una misma clase, que los nazis convirtieron en proscrita y que hoy en día suma más de 1.200 colegios y 2.000 escuelas infantiles repartidas por 60 países.

En España los gobiernos autonómicos de Madrid, Cataluña, Castilla y León, Galicia y País Vasco han autorizado como centros educativos privados 8 colegios y decenas de escuelas infantiles Waldorf, una homologación que no han conseguido de la Conselleria de Educación los dos colegios pioneros en introducir esta pedagogía alternativa en la Comunitat Valenciana: la escuela Flor de Azahar de l´Eliana y La Marina de Benidorm.

La escuela Waldorf del Camp de Túria educa a 35 niños pero al no estar reconocida como tal, la conselleria considera que estos alumnos no están escolarizados. Es decir que a pesar de que van todos los días a una escuela donde estudian el currículo obligatorio en la Comunitat Valenciana, la conselleria los equipara a los «homeschoolers», niños cuyos padres prefieren educarlos en casa según sus propios principios, algo que no es legal en España.

La responsable pedagógica de Flor de Azahar, Isabel Mateo, explica que el método Waldorf estructura el proceso de aprendizaje en tres etapas en las que los niños están mezclados por edades. La primera, que va de los 0 a los 6 años, es la fase de imitación natural. Durante esta etapa «no se aprende lectoescritura ni cálculo matemático», explica Isabel. «El aprendizaje básico no se hace a nivel de fichas ni de libros, sino a través del juego libre tanto en el patio como en la clase».

Los niños aprenden mediante el juego, que no está dirigido, «consiguiendo así que la enseñanza sea vivencial». «Luego, el tutor, cuando llegan a sexto de Primaria se encarga de recordar a los niños esas vivencias tempranas para que a partir de ellas construyan su propio conocimiento», añade.

En esta etapa el profesor, el adulto, «es un modelo para el niño, que aprende de los mayores mediante la imitación, mientras que la escuela es una gran familia, una prolongación de la casa donde se comparte todo», destaca Mateo.

En la pedagogía Waldorf, a diferencia de la enseñanza estándar, «no es la edad la que determina que un niño vaya a un curso u otro, sino su madurez psicológica, por ello los niños no repiten curso salvo que no estén preparados madurativamente».

La segunda etapa, de los 7 a los 14 años, abarca casi toda la Primaria y el primer ciclo de ESO. Durante todo esta fase donde el medio de aprendizaje es la imaginación y el arte, los escolares conviven con el mismo maestro tutor, un docente que es licenciado superior para poder dar clases de ESO. La mayor carga lectiva se concentra en las primeras dos horas de la mañana. «El currículo es igual que en cualquier otro centro, pero la diferencia es que aquí se da de forma inmersiva y no por horas. Es decir, que la programación del curso se organiza por semanas, de forma que se hace una inmersión absoluta en cada materia al concentrar sus contenidos, lo que permite profundizar en su aprendizaje».

Los niños Waldorf no compran libros de texto, los elaboran ellos mismos a través de los materiales que prepara el maestro en unas clases donde la pizarra es el elemento básico.

La tercera etapa, de 15 a 18 años, coincide con el 2º ciclo de ESO y el Bachillerato y es impartida por profesores especialistas. En esta pedagogía, continúa Mateo, «no hay exámenes, se hace evaluación continua». Las leyes de educación en España obligan a calificar y en los colegios Waldorf de Cataluña y Madrid un examinador externo evalúa a los alumnos. En Flor de Azahar también se hacen exámenes: «a los chicos les gusta hacer pruebas para sentir lo que saben, pero no es una necesidad», concluye.

Aprender desde la propia experiencia

El filósofo austríaco Rudolf Steiner (1861-1925) es el padre la Antroposofía, que aspira a una comprensión global del hombre y del mundo a través de la conexión de lo espiritual del hombre con lo espiritual del Universo. Su pedagogía Waldorf está basada en dicha Antroposofía, donde el eje principal es el crecimiento personal del hombre, que es un ser ternario compuesto por cuerpo, alma y espíritu. Entre las prioridades de esta pedagogía está el suscitar en los niños entusiasmo, sana autoconsciencia, interés y preocupación por los otros seres humanos y respeto por el mundo.

Cuando los niños relacionan lo que aprenden a través de su propia experiencia, se muestran interesados y llenos de vida. Por tanto, lo que aprenden se convierte en parte de ellos. Frente a una escuela estándar, donde se prima la inteligencia intelectual-memorística y se exige el mismo nivel a cada alumno independientemente de sus capacidades propias, su situación personal y su madurez, la pedagogía Waldorf potencia la inteligencia emocional, la autoestima y la motivación de los alumnos tanto como la comprensión lectora. Las escuelas Waldorf tienen muy presente el fomentar el interés por el aprendizaje.