El cambio climático se ha colado con fuerza en el cine durante la última década configurando a la «gran pantalla» como una plataforma para hacer llegar el mensaje sobre la amenaza que el calentamiento global y los desequilibrios en el clima representan para la humanidad. Una investigación realizada por David Vicente Dorrico, de la Universidad de Valladolid, constituye una primera aproximación realizada en España a la visión cinematográfica del fenómeno.

Su equipo detectó al menos medio centenar de películas en las que el cambio climático estaba presente en el guión, aunque el estudio se centró en las películas de animación debido a su «mayor atractivo para el público juvenil», según explica el autor.

Finalmente la investigación se basó en «Dinosaurio (2000), «Ice Age, la edad de hielo (2002), Ice Age 2, el deshielo(2006), «Happy Feet, rompiendo el hielo (2006), Los Simpson, la película (2007), «Bee Movie, la historia de una abeja (2007), «Wall-E, batallón de limpieza (2008) y «Ice Age 3, el origen de los dinosaurios» (2009)».

Así, deshielos, robots, mamuts y dinosaurios comparten protagonismo en películas épicas donde el cambio climático es casi siempre una amenaza que deben superar los protagonistas.

«Se trataba de desentramar el argumento que transmiten las más importantes compañías de la comunicación a millones de jóvenes de todo el mundo sobre el problema medioambiental del cambio climático, ya que éstos serán en el futuro, los que disfrutarán o padecerán las consecuencias de las decisiones adoptadas hoy», explica David Vicente.

Sin embargo, el resultado final evidencia que el cine no es el mejor canal de comunicación para formar ciudadanos concienciados y comprometidos contra el cambio climático.

Tras desentrañar los argumentos y la forma de presentarlos al espectador, el autor destaca que en el cine prima la intencionalidad reactiva (75%) de personajes «vulnerables», superados por las circunstancias, que tratan de buscar una solución „que siempre encuentran en el «final feliz»„ frente a la preventiva (25%) de quienes reaccionan al deterioro de las condiciones ambientales y ponen los medios para garantizar su supervivencia.

Los científicos no son citados en ningún caso y, a veces, explica el autor, la posición ecologista llega de forma indirecta a través de la influencia que ejercen los «cameos» de personalidades del espectáculo como Sting, Green Day o Bono, «cuya lucha contra el cambio climático se manifiesta con su aparición en los argumentos de Bee Movie o los Simpson.

¿Culpables?

«Los mecanismos de lucha, motivo principal del enfrentamiento político que domina la elaboración de piezas en los medios de comunicación tradicionales, tienen una escasa repercusión en los argumentos cinematográficos», añade el investigador.

Tampoco hay un responsable claro del cambio climático.«Según los elementos analizados„añade a modo de conclusión„el imperativo final feliz fílmico muestra a una naturaleza que se autorregula, redimiendo de sus faltas a los que causaron el colapso».

La comunidad científica, encabezada por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas, ha demostrado que la principal responsable de la emisión de gases de efecto invernadero es la actividad humana. Sin embargo, en la prensa anglosajona se presenta con frecuencia un «enfrentamiento dialéctico entre apocalípticos y escépticos, equiparando informes científicos con conjeturas que restan importancia al posible desenlace, lo que ha generado una pérdida de credibilidad y la inacción de la ciudadanía».

«Se percibe un tratamiento del problema ciertamente edulcorado, quizá por el público al que se dirigen las películas, o porque todas ellas son producciones estadounidenses, donde el conflicto medioambiental es aún cuestionado», añade el autor.

Este escenario, que se reproduce en el cine, unido a la inevitable deriva hacia el espectáculo, condiciona también el papel del cine en la lucha contra el cambio climático. Según David Vicente Dorrico, «el argumento cinematográfico se recrea en variables con un fuerte atractivo visual y emocional, con lo que no es un instrumento válido para conformar una conciencia ciudadana responsable».

Sin embargo, cine y medios de comunicación «tradicionales» coinciden casi siempre en aventurar las consecuencias de la inacción frente al cambio climático: la extinción de las especies.