Los dos agentes de la policía científica que elaboraron el informe técnico-policial sobre el accidente del metro declararon ayer en sede judicial, por primera vez, siete años y casi siete meses después del siniestro. En la anterior instrucción nunca se les citó a declarar pese a que fueron los únicos «ojos» ajenos a Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) que vieron el túnel tras el accidente y dirigieron el levantamiento de los cuerpos de las 41 víctimas mortales (otras dos fallecieron en el hospital).

Los dos policías, a preguntas de la Fiscalía y de los letrados de las víctimas personadas en la reapertura de la causa, se ratificaron en su informe (que achacaba a la velocidad el descarrilamiento mortal), aunque también confirmaron sin dudar que «si hubiese habido una baliza el accidente se hubiese evitado. La curva está en manos del conductor, pero la colocación y activación de la baliza, evidentemente no». Los agentes también revelaron detalles desconocidos hasta ahora. Como el sorprendente hecho de que el único policía que asistió a la lectura de la caja registradora de eventos (o «caja negra») del tren que volcó «no quiso firmar» el acta de lectura, realizada a las 4.50 de la madrugada del 4 de julio, por parte de técnicos y directivos de FGV, según desveló el subinspector de la científica en respuesta a la fiscal Sandra Bonet.

El inspector de policía científica y jefe del grupo de actuación en grandes catástrofes confirmó que la noche del 4 de julio había «ordenado» que la caja registradora de eventos de la unidad 3736 se llevara a la Jefatura Superior de Policía. Sin embargo, «se produjo una confrontación o discusión sobre este tema con personal de FGV» porque él había ordenado el traslado a las dependencias policiales pero «los técnicos de FGV querían llevarla a su centro de Valencia [los talleres de Valencia Sud] para analizarla cuanto antes y conocer lo que había ocurrido». Ante la discusión, optó por mandar a un agente con los técnicos de FGV y dejar constancia fotográfica de todo lo que pasaba. No requirió para este trascendental paso de la investigación la presencia judicial porque «no se consideró necesario». Así que la caja registradora de eventos se trasladó a Valencia Sud, «el único sitio donde podía leerse», según FGV. El inspector justificó que el agente presente en la lectura «fue fotografiando todo lo que se veía en las pantallas y, una vez imprimidos los datos, coincidían con los del texto» por lo que defendió que «no hay ninguna alteración ni manipulación por parte de nadie» y que «en este punto no se ha ocultado nada». Aunque desconocía por qué los datos de la caja negra «se borraron» tras extraerlos (información desmentida por la empresa que las fabrica).

Sobre las ventanas del lado izquierdo de la UTA 3736 ambos agentes declararon que estaban «como enrolladas a modo de láminas que no estaban fracturadas ya que no habían estallado» y que conservaban «las gomas que las sujetaban». En las del lado derecho del tren (que quedaron intactas) bastó que «un bombero saltase encima de una ventana para que ésta se desprendiese».

A preguntas de los letrados Vicente Baeza y Julio Sánchez ambos policías reconocieron que no examinaron los bogies (las ruedas) de los trenes porque «carecen de medios técnicos para ello» ni tampoco los frenos de la unidad porque «no tenían conocimientos» para hacerlo. Tampoco pueden aclarar si el vuelco del tren se produjo por la rotura de un bogie (el primero de la UTA 3736 quedó sobre la vía despegado del tren). «No lo puedo descartar, lo único que puedo decir es que el bogie aparece donde aparece».