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Necrológica

Batiste, nuestro gran maestro organero

La semana pasada nos dejó Juan Bautista Díaz, Batiste para los amigos. Maestro organero a quien se debe buena parte de los instrumentos construidos en nuestras tierras los últimos veinticinco años.

Formado con Blancafort, Batiste fue el primer organero valenciano de relieve después de la Guerra Civil, desde el enguerino Pedro Palop (? 1941); pues, aunque nacido en Caudete, su trayectoria vital transcurrió en la Comunidad Valenciana, entre Xàtiva, donde vivió de niño, y Torrent, donde tenía el obrador. Aún recuerdo cuando venía a la parroquia del Carmen entonces en construcción y sin poder, porque su altura no se lo permitía, intentaba teclear el sencillo armonium que aquel templo poseía. Después, siempre que nos encontramos nos abrazamos con alegría. Él era hombre de mucha actividad, mucho trabajo y muchos proyectos e ilusiones.

Batiste apostó por el órgano mecánico y no se equivocó. A él se debe buena parte de la revitalización del órgano en nuestra diócesis después del episodio de Organería Española, empresa que monopolizó los encargos durante la posguerra. Desgraciadamente, no abundan entre nosotros quienes se dedican a construir o restaurar estos importantes instrumentos musicales que llenan de bellezas las iglesias; como en el centro de Europa, donde se valora mucho este oficio y donde una de las cosas en que primero se piensa es en la calidad y ubicación del órgano. Allí existe una gran tradición: Bach, Cesar Frank, y tantos otros, siendo frecuentes los grandes conciertos de órgano; por eso su pérdida resulta tanto más lamentable.

Había realizado entre otros los órganos de Albaida, las Agustinas de Alcoy, Alfara del Patriarca, Algemesí, Bocairent, Corbera, El Fondó de les Neus, Monòver, Montesa, Novelda, Quart de Poblet, Sant Andreu de València, la Asunción de Vall d´Uixò y San Feliu de Xàtiva. Aparte de las numerosísimas restauraciones de instrumentos antiguos en las que intervino.

Proyectaba realizar un gran órgano para la iglesia de la Purísima Concepción de Torrevieja y se encontraba realizando el de la capilla de la Mare de Déu; buena prueba de que en ocasiones con menos medios pueden hacerse cosas mejores pues el de la catedral, aún siendo bueno está tan mal ubicado, que nunca se podrá apreciar.

Apasionado del órgano y de la música, cantaba en varios coros. Su muerte a los cincuenta y cuatro años ha originado una autentica conmoción entre sus amigos y conocidos que apreciábamos su arte y su ser. Batiste era un cristiano convencido, enamorado de la liturgia, del gregoriano y de la música sacra en general. Un hombre que derrochaba optimismo y alegría. Como decía San Agustín: Cantare amantis est y Dios, cuya belleza habrá saciado su hambre de hermosura al contemplarle cara a cara.

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