Con las hostilidades ya abiertas entre las comunidades a cuenta de la reforma del sistema de financiación, el Consell se ha encontrado con un aliado tan inesperado como clave. El economista Ángel de la Fuente, al que ha recurrido el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, para que elabore las nuevas «cuentas públicas territorializadas», denuncia sin paliativos y con una extraordinaria contundencia el «maltrato» que sufre la C. Valenciana, sin parangón con el resto, tanto en financiación autonómica como respecto a la balanza fiscal con el Estado. A su juicio, la C. Valenciana «tiene motivos para poner el grito en el cielo» en cuanto a su saldo fiscal con el Estado mientras que respecto al reparto del dinero entre las autonomías no existen «motivos comprensibles» para que la diferencia en recursos por habitante entre la C. Valenciana, la última en el ránking, y La Rioja, la mejor tratada, alcance los 27,6 puntos.

Es un discurso casi idéntico al incluido en el informe de evaluación del modelo que la Conselleria de Hacienda remitió el pasado viernes al ministerio. De la Fuente, miembro del Instituto de Análisis Económico (CSIC), incluye estas reflexiones en una reciente publicación, bajo el título «¿Maltrato fiscal?», en el que analiza la tesis nacionalista de la discriminación de Cataluña, para concluir que esta última «no está especialmente maltratada en términos de su financiación o de su saldo fiscal si la comparamos con otras regiones de renta relativa similar». Quien sí tiene razones, asevera, es Valencia.

El meollo está en la relación entre el saldo fiscal y la renta per cápita de las diferentes autonomías. De entrada, considera «sorprendente la posición de Valencia, que presenta un saldo deficitario [del 2,04 %, lo que significa que aporta al año unos 2.000 millones más de lo que recibe] pese a situarse por debajo de la renta media por habitante». Y, acto seguido, pone en relación la «queja catalana» con la situación de Madrid y Valencia. Para ello utiliza un indicador, el que resulta de dividir el saldo fiscal per cápita con el diferencial de renta por habitante respecto a la media. Un dato que equivaldría a «lo que ´se lleva´ el Estado desde estas regiones hacia otros sitios». El valor sería de 28,5 % en Cataluña, 35,5 % en Madrid y -26,5 % en Valencia. La conclusión es que el sistema fiscal «no perjudica a Cataluña dado su nivel de renta», ya su indicador lo situaría en la media de acuerdo con su riqueza. Madrid «tendría algún motivo de queja», apunta, pero «la que sí tiene motivos para poner el grito en el cielo es la C. Valenciana». El «contraintuitivo signo negativo» de su valor, enfatiza, «simplemente refleja el hecho de que la región tiene un saldo fiscal negativo pese a tener una renta per cápita inferior a la media española, lo que a primera vista no parece muy lógico».

Sobre la financiación, recalca que «Valencia estaría en 92,4 % en términos de financiación relativa por habitante ajustado mientras que La Rioja alcanza el 120 sin que existan motivos comprensibles para ello». La ordenación de las comunidades «carece de toda lógica», dice. Y lo remata así: El modelo se caracteriza «por una elevada desigualdad y un alto grado de arbitrariedad» donde, no es que se maltrate a las ricas o a las pobres, sino que «hay un poco de todo».