Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pleno

Piden 'mano dura' de Font de Mora con los 'diputados camorristas'

«Con él de presidente de las Corts, en dos meses se acababan las algaradas», sostienen los populares

Mollà volvió ayer al pleno tras su expulsión del miércoles. josé aleixandre

Aunque le pese al presidente de las Corts, Juan Cotino, los diputados del PP ya tienen, por así decirlo, su «primo de Zumosol». Y es el vicepresidente primero, Alejandro Font de Mora, quien el miércoles por la tarde cuando presidía el pleno, en ausencia de Cotino sacó una más que rigurosa tarjeta roja a la portavoz adjunta de Compromís Mireia Mollà por insistir en aludir al caso Brugal en una pregunta a la consellera Bonig y la expulsó. La desproporcionada medida, máxime porque no hubo aviso previo y porque echó a la parlamentaria cuando en realidad había comenzado simplemente a leer el enunciado de su pregunta, no fue casual y esconde un gesto de autoridad de Font de Mora ante la embravecida bancada de la oposición. «¡Habréis visto que Font de Mora debería ser el presidente de las Corts!», proclamó ayer en pasillos a los periodistas, sin disimulo, un responsable de la dirección popular.

Ayer, momentos antes de iniciarse la sesión de control al presidente Alberto Fabra, el síndic de Compromís, Enric Morera, preguntó a Cotino si Mollà podía reincorporarse al pleno pese a su expulsión, tal como se les había trasladado la misma tarde del miércoles y minutos antes por el propio Font de Mora. Cotino cedió la palabra a su vicepresidente, a la sazón director de la campaña del PP a las europeas, quien alegó que el reglamento permite la expulsión de un diputado «para el momento» y él no le indicó que la echaba para todo el pleno. Morera quería que constara en acta lo que para Compromís es una rectificación. De hecho, Font de Mora invocó en sus conversaciones previas con Compromís los «precedentes» al respecto. Pero esos antecedentes entre ellos, la expulsión de Ignacio Blanco en octubre pasado, también por Font de Mora y sin el aviso previo lo que ilustran son el rigorismo en la sanción de la Presidencia. Hasta esos casos, las expulsiones, como en el fútbol, eran para todo el pleno, tal como se ha interpretado durante 25 años el reglamento. Ahora se hace otra lectura, a modo de las «exclusiones» en el balonmano, de forma que puede haber «expulsiones» temporales. Por el tiempo que estime el presidente. Para Font de Mora, todo ello es secundario: Tras la algarada de la mañana, en la que la oposición volvió a subírsele a las barbas al presidente Cotino, había que hacer un gesto ejemplarizante. Y lo pagó Mollà. Lanzado el mensaje, el vicepresidente no tenía inconveniente en abrir la mano.

«Con Font de Mora de presidente, en dos meses se acababan las algaradas y las faltas de respeto e insultos de la oposición, y podríamos comenzar todos a debatir como corresponde en un Parlamento», sostenía ayer otro responsable de la dirección del PP. «Aquí hay 'diputados camorristas'; hay que hacer algo», sostenía otro.

Cotino y la «línea roja»

Los populares contraponen la «mano dura» de Font de Mora con la «permisividad» de Cotino. Éste, salpicado en todos los fregados del PP, atraviesa por una crisis personal y ha pasado del rigor de sus primeros días a parecer, a menudo, ausente. Casi, valga la expresión, «zen». Ayer, ante la insistencia de Blanco en interpelar desde su escaño al vicepresidente del Consell, José Císcar, el titular de las Corts lo llamó dos veces al orden y, antes de la tercera (que supone la expulsión), lo interrogó: «¿Tiene interés en que esta Presidencia lo expulse? Porque parece que está motivando que lo tenga que expulsar». Cotino hace tiempo que ha asumido que, si lo imputan en algún caso judicial, dejará el cargo y las Corts. No tendrá otra salida con la doctrina Fabra sobre las imputaciones. En el PP nadie se alegraría abiertamente de ello pero en privado se pide a gritos un cambio en la dirección de las Corts para afrontar la tensión de la recta final de la legislatura.

Compartir el artículo

stats