Josep Lluís Carod Rovira fue el «coco» y «la diana» de la derecha española mientras sostuvo el «tripartit». Con experiencia en gobiernos plurales reedita su libro «2014», en el que acertó la fecha en que Cataluña plantearía un referéndum sobre la independencia hace 7 años.
En 2007 usted puso la fecha del referéndum en 2014 y ha acertado. ¿Es un profeta o fue una casualidad?
Este es un libro que se escribe en 2007 y que lo que hace es analizar que puede pasar siete años después si queremos. Más allá del análisis, lo importante es el coraje político de poner una fecha que es 2014. Hasta que no pones fecha es un sueño y queda en una ambigüedad absoluta. Las tesis del libro han ganado la batalla ideológica. Estas tesis son el abandono de una visión nacionalista romántica, esencialista y étnica y la opción por un patriotismo social. La adscripción nacional es una elección y no una imposición.
Un nacionalismo más cívico francés que alemán herderiano...
Más que un nacionalismo es un patriotismo cívico similar a los EE UU. Otro elemento clave es la diversificación ideológica, desde democratacristianos a personas de extrema izquierda.
¿Y eso ha pasado en 7 años?
Se ha acentuado en los últimos tres. Y gracias a que el Congreso y el Constitucional decapitaron el Estatut de Cataluña. Mucha gente que se sentía cómoda en España se dio cuenta de que era imposible el diálogo y que lo mejor es irse. Para otra gente está la motivación económico-práctica de bienestar nacida del escandaloso déficit fiscal. El tercer factor es cultural, nos hemos de remontar a los tiempos del Franquismo para encontrar una persecución a la lengua como la actual.
Usted participó de dos tripartitos en Cataluña. ¿Qué errores cometieron que deberían evitarse en la C. Valenciana si se da esa posibilidad política?
El gobierno tripartito de Cataluña llegó en 2003, antes de que perdiera el PP las elecciones de 2004 y toda la artillería de la derecha española fue contra nosotros. Tuvimos dos problemas. Uno, que eran superiores las ganas de llevar a CiU a la oposición a la existencia de un proyecto de gobierno compartido y elaborado. Y el otro es que tuvimos que pelear contra la falta de complicidades mediáticas. En el caso valenciano la primera cuestión no es tanto nacional como democrática. Hace falta una mayoría parlamentaria de izquierdas, que es diferente a una mayoría de gobierno. No sé quién debe formar gobierno, aunque estaría bien que no estuviera el PP (ríe). Todos los partidos progresistas de las Corts no deben estar en el Gobierno.
Esas ganas de que CiU pasara a la oposición les pudo. ¿No puede pasar eso aquí tras 19 años de gobierno del centro-derecha?
Puede pasar si los partidos que aspiran a configurar una mayoría parlamentaria no tienen claros los objetivos. Nuestro gran problema fue hacer un documento de 300 páginas y no plantear cuatro ideas básicas. Se trata de no cometer los mismos errores y delitos que supuestamente ha perpetrado el partido que gobierna los valencianos.
¿Está la Comunitat Valenciana en posición de plantear un proceso como el catalán?
La ciencia avanza que es una barbaridad (ríe). Si hace tres años me dice alguien que Artur Mas es partidario de la independencia le hubiera dicho que dejara de beber. Cuando desde Valencia vean que una Cataluña independiente funciona mejor, mucha gente cambiará de chip. Y eso en Cataluña se ha hecho en tres años.
¿Plantea usted que la independencia es la solución a todos los problemas?
No, la independencia sólo sirve para ser independiente. Con independencia se acaba el chollo de cualquier nacionalismo de echarle la culpa a un enemigo externo.
