Es la única crónica de un rey escrita en primera persona en toda la Europa medieval. El Llibre dels Fets, donde Jaume I narra de forma autobiográfica la vida y las gestas más importantes de su reinado, fue escrito con un objetivo claro que el propio monarca enunció: «Per tal que los hòmens coneguessen, quan hauríem passada aquesta vida mortal, ço que nós hauríem fet [...] e per dar eximpli a tots los altres hòmens del món...». Es decir: una operación de propaganda ante la Historia y de aleccionamiento para sus sucesores en la joven monarquía cristiana que él inauguraba en Valencia y Mallorca, sus hazañas más relevantes. Pero el libro también ha servido como manantial de descubrimientos. Algunos tan trascendentales como el del flechazo en la cabeza del monarca.

Lo rememora el historiador Vicent J. Escartí, profesor de la Universitat de València y responsable junto a Antoni Ferrando de la edición facsímil del Llibre dels Fets publicada por la AVL en 2011. Se narra en la crónica real que, durante una incursión a la ciudad de Valencia, una ballestero musulmán logró incrustar una flecha en la cabeza del rei conqueridor y que el monarca se la arrancó como si no pasara nada para que sus tropas no se asustaran. «Gracias al relato, esa marca de la flecha es la que permitió identificar la cabeza del rey cuando sacaron sus restos de las tumbas reales del monasterio de Poblet durante la desamortización de Mendizábal del siglo XIX», señala Escartí.

Esa herida, de cuya existencia da cuenta el Llibre dels Fets, permitió que los restos mortales del fundador y arquitecto político del Regne de València no se perdieran entre el maremágnum de restos reales y que hoy repose en Poblet. «Seguramente sin el Llibre dels Fets no hubiéramos sabido cuál era la cabeza que perteneció a Jaume I», remata Escartí.

Entre los secretos del Llibre dels Fets hay uno muy íntimo. Subraya el historiador que, ante la conquista de Murcia, el rey se confesó. «Y aunque no debería revelarlo porque era secreto de confesión, en su crónica real cuenta que el confesor le pidió que dejara su relación amorosa con Berenguera Alfonso, su querida o concubina real. El cura le reclamó que dejara de vivir con ese pecado y Jaume I le respondió —como cuenta en la misma crónica— que cuando fuera al cielo, él ya lo arreglaría con Dios». Porque creía que todas las mezquitas que había convertido en iglesias le convalidarían aquel pecado carnal. Esa indiscreción incluida en su Llibre dels Fets, en cambio, le perjudicará en el siglo XVII cuando se promueva su causa de canonización. «Uno de los problemas que impidieron hacerlo santo es que el rey, como demostraba en su obra, había vivido en pecado y en la promiscuidad propia de la Edad Media», destaca Vicent J. Escartí.

Él incluso apunta que también sirvió como pista para localizar el alcázar de Valencia, el palacio de los reyes moros de la capital. «Queda un fragmento en lo que actualmente es l’Almodí. Entre l’Almodí y la catedral se realizaron excavaciones en las que se hallaron unas tumbas cuyos restos seguramente pertenecían a reyes de taifa valencianos», subraya el medievalista.

Pasajes emotivos

Jaume I no escribió el Llibre dels Fets de su puño y letra, pero sí lo dictó o narró a colaboradores próximos, entre quien seguramente destacaba el obispo de Huesca Jaume Sarroca, hijo natural de Jaume I. «El rey se empeña en que sean unas memorias que queden como retrato de Estado de su vida política, un texto que sirva a sus descendientes como modelo de rey», insiste Vicent J. Escartí.

Pero, además, el texto alcanza cumbres emotivas. Como explica Enric Guinot, catedrático de Historia Medieval de la Universitat de València, la obra está trufada de «emociones, actitudes humanas, comportamientos de la gente que no pueden encontrarse en la burocracia oficial, que no figuran en los libros de administración o de impuestos». Esos secretos humanos son a veces tan valiosos como el del panteón murciano. Por ejemplo, subraya Guinot, «cuando el rey retrata su enfrentamiento con la nobleza que le ayudaba a conquistar Valencia y cómo los nobles se quedaron blancos al oírle decir que la ciudad se rendía».

O un episodio tan entrañable como la descripción que recoge el Llibre dels Fets del momento de la entrada al cap i casal del regne. Cuando el bando musulmán izó la bandera real en una torre que se erguía donde está la actual Plaça del Temple, como símbolo de rendición y de la conquista cristiana, Jaume I escribe: «Quan vim la nostra senyera dalt en la torre, descavalcam del cavall, endreçamt-nos vers orient, e ploram de nostres ulls, e besam la terra per la gran mercè que Déu nos havia feita».

El también medievalista Vicent Garcia Edo, profesor de Historia del Derecho en la Universitat Jaume I de Castelló, destaca que el gran tesoro del Llibre dels Fets ha sido «narrar paso por paso los hechos más importantes de la conquista de Valencia y pormenorizar la campaña militar de Jaume I desde el momento en que inicia la conquista del Regne de València. Porque ahí —recalca— se ve el proceso de fundación efectiva del Regne de València y su nacimiento como pueblo».