Los ciudadanos de la Comunidad Valenciana tienen la percepción de estar sufriendo uno de los inviernos más ventosos que se recuerdan y los registros de la Agencia Estatal de Mete0rología (Aemet) lo confirman. Desde que comenzó el invierno, los vientos resecos terrales han soplado el 82% de las horas, sin margen apenas para los levantes que traen la humedad y la lluvia al territorio valenciano.

El resultado de esta persistente e intensa orientación de los vientos es un nivel de humedad en la vegetación y en el suelo extremadamente bajo que amenaza con multiplicar los grandes incendios forestales (>500 hectáreas) y que probablemente obligue a adoptar medias especiales contra la sequía en la agricultura. A fecha 4 de marzo, la reserva superficial de humedad en el 80% del territorio valenciano está por debajo del 10% en niveles extremadamente secos.

El viento, pese a alcanzar rachas por encima de los 120 kilómetros hora en los observatorios de la montaña castellonense varias veces en el último semestre, no ha provocado sin embargo situaciones tan conflictivas como la del 25 de febrero de 1989, de la que hace unos días se cumplieron 25 años, cuando el viento entró en la ciudad de Valencia con rachas de 117 kilómetros/hora que dejaron a su paso 5 fallecidos y multitud de daños. Si ha habido muchos destrozos en el mobiliario urbano, arbolado y elementos arquitectónicos, multiplicando las intervenciones de los bomberos.

En el ámbito agrícola, Vicent Goterris, secretario de la Unió-COAG en Castellón las fuertes y continuadas rachas de viento sobre los cultivos de esta provincia dañen al rameado de las variedades más tardías de naranja.

Jose Ángel Núñez Mora, jefe de la sección de Climatología en la delegación territorial de Agencia Estatal de Meteorología en Valencia explica que en invierno el régimen más frecuente de viento es el del oeste. «La influencia del mar en esta estación es mínima sobre la Comunidad y el régimen de brisas queda prácticamente anulado. Ahora bien, mientras que la frecuencia media de viento terral (entre el suroeste y el noroeste) en estaciones como Manises en invierno es de aproximadamente un 63% de las horas del periodo, este año ha sido del 82%, casi un 20% más, siendo la frecuencia más alta de los últimos 10 años».

El experto matiza este dato recordando que justo hace 10 años el sensor de viento en Manises, hasta entonces en la terminal, fue trasladado a la cabecera de pista, donde ofrece datos más reales.

Mientras, los anemómetros del laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante (UA) y del aeropuerto de Alicante-Elche no registraban un invierno tan ventoso en esta provincia desde 1989, hace 25 años, según explicaba hace unos días Jorge Olcina, director de Climatología en la UA y colaborador de Levante-EMV.

Un impacto desigual

Paradójicamente, las causas de este ventoso y reseco invierno son las mismas que han favorecido las lluvias persistentes y los vientos huracanados en las Islas Británicas y en zonas del norte de la península.

Profundas borrascas con paso franco —el famoso anticiclón de las Azores ha estado desaparecido durante buena parte del invierno—desde la «fábrica» de Terranova, asociadas a una corriente en chorro especialmente intensa, están detrás de esta anomalía, explican los expertos.

Las corrientes en chorro (Jet Stream) son flujos de aire en altura que circulan a gran velocidad alrededor del planeta, de oeste a este. Generalmente, la corriente en chorro polar circula en torno al paralelo 60 y a una velocidad de 150 kilómetros a la hora. Sin embargo, a veces baja de latitud y también llega a alcanzar los 45o km/h.

«El Met Office británico —explica José Ángel Núñez Mora—ya ha hecho un primer estudio sobre las complejas causas que han confluido en este invierno tan atípico, y que en definitiva han confluido en la formación de un chorro polar hasta un 30% más fuerte de lo normal».

«Su trayectoria ha sido, además, inusualmente rectilínea, lo que han impedido que se formen los típicos ?meandros? en la circulación general que son los que al final derivan en bajas aisladas que al circular por el sur de la península facilitan la génesis de temporales de levante que provocan lluvias generalizadas y persistentes en toda la Comunidad Valenciana y que ni este otoño ni invierno se han producido por ahora», añade el experto».

Así mientras en el sur de Inglaterra sufría las peores inundaciones en décadas, el agua saturaba los ríos de Galicia y la meseta norte y las costas atlánticas y cantábricas sufrían los temporales más intensos en años, a la Comunidad Valenciana no le quedaba otra que sufrir un vendaval tras otro, pero sin lluvia.

No todo está perdido. «El invierno pasado fue muy ventoso y seco y luego derivó en una primavera húmeda», recuerda el climatólogo Jose Ángel Núñez Mora.