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Los comedores escolares temen perder un 60 % de los niños con la jornada continua

Empresas de restauración colectiva avisan de que con menos de 50 alumnos no podrán mantener el servicio de comida porque ni siquiera se cubren gastos

Los comedores escolares temen perder un 60 % de los niños con la jornada continua

Cada día unos 150.000 escolares de Infantil y Primaria se quedan a comedor en los colegios públicos, 83.000 de ellos becados entre los meses de octubre y mayo, según fuentes de la Conselleria de Educación. El decreto que prepara para dentro de dos cursos la consellera Mª José Català con el fin de regular la implantación de la jornada escolar continua, concentrando las clases entre las 9 y las 14 horas, ha disparado las alarmas entre las empresas de restauración colectiva. Fuentes del sector temen que si se generaliza este horario matinal el número de comensales diarios «se reduciría un 60 % por la experiencia vivida en otras autonomías como Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura ». Esto supondrá que 90.000 alumnos dejarán de utilizar el servicio.

Las garantías anunciadas por la conselleria para aprobar la jornada continua, como la obligatoriedad de que los colegios mantengan el servicio de comedor y ofrezcan actividades extraescolares gratuitas hasta las 17 horas para aquellas familias que no pueden recoger antes a sus hijos, no tranquilizan ni a las empresas ni a los padres.

La federación de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) de la provincia de Valencia, FAPA-València, duda de que se puedan prestar actividades a coste cero para las familias. «En Balears prometieron lo mismo y solo lo hicieron un curso, con lo que al siguiente cerraron muchos comedores», señala la presidenta de FAPA-València, Eva Grimaltos.

La comida será «transportada»

Una empresa que lleva varios comedores advierte de que éstos no serán sostenibles con menos de 50 alumnos, «ya que no se podrían cubrir las nóminas de cocineros, dietistas, monitores, ni tampoco los gastos de funcionamiento». Otra compañía recalca que con una reducción tan drástica de alumnos, «para poder seguir ofreciendo los menús a un precio razonable, habría que cerrar cocinas en los colegios y transportar la comida ya elaborada desde cocinas centrales, con lo que se perderían muchos puestos de trabajo».

Estas fuentes hacen hincapié en que el comedor escolar «da trabajo en las cocinas y como monitores a colectivos «muy azotados por el paro: mujeres, madres con hijos y jóvenes en busca de su primer empleo». Educación subvenciona la contratación de un monitor por cada 30 alumnos de Primaria que se quedan a comer.

El presidente de la Associació Valenciana de Directors d'Infantil i Primària (Avdip), Vicent Ripoll, sostiene por contra que el descenso de comensales «no pondrá en peligro el servicio de comedor, lo que hará es que se organice de forma diferente: las cocinas se cerrarán y la comida se traerá de fuera en un 'catering' como se está haciendo en Andalucía, donde la Junta ha externalizado el servicio».

El horario intensivo, que han adoptado casi todas las autonomías menos Cataluña, Aragón y la C. Valenciana es una reivindicación histórica de los docentes. «Lo que todos, profesores y padres, reivindicamos es una jornada continua en la que la Administración asegure el servicio de comedor y actividades extraescolares gratuitas para las familias», añade Ripoll. El portavoz de la Avdip recalca que con el horario intensivo el comedor «tendrá un carácter más asistencial, pues se quedarán los becarios y los hijos cuyos dos padres trabajen y no tengan familiares que puedan hacerse cargo de ellos». Por ello reclama que no se reduzca la partida de becas.

Consenso casi total

Consciente del rechazo que provoca entre un amplio colectivo de padres, desde Educación imponen el consenso casi total como condición sine qua non para modificar el horario escolar. Así, los colegios públicos que quieran adoptar la jornada continua estarán obligados a efectuar una consulta a las familias que no tendrá validez si participan menos del 60% de los padres. El cambio no se efectuará si no lo avala el 90 % de votantes. La conselleria aún no ha decidido el período de vigencia de dichos referendos, pero apuesta por un plazo amplio pues este es un factor determinante para que las familias elijan un centro u otro.

Ripoll defiende, no obstante, que el futuro decreto de jornada continua «contemplará mejor la compleja diversidad de las situaciones familiares, pues se adapta tanto a los padres que prefieren que sus hijos acaben a las 14 horas como a los que les viene mejor que estén en el colegio hasta las cinco de la tarde».

Grimaltos no piensa igual: «Cuando se habla de jornada continua habría que pensar en la conciliación laboral y familiar de los padres, no sólo de los maestros». La presidenta de FAPA estima que si se generaliza la jornada continua «se cerrarán la mitad de comedores, pues basta con ver que en los institutos de Secundaria han sobrevivido muy pocos al horario intensivo». «Lo que no nos podemos permitir es una sociedad en que los niños estén solos por ahí si se cierran los colegios por la tarde», advierte.

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