El presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, hizo ayer una nueva demostración de fuerza al reunir en el Muvim a 187 alcaldes (representantes de municipios de menos de 20.000 habitantes, incluidos alcaldes de la oposición) para firmar con cada uno de ellos convenios para el mantenimiento de los servicios sociales municipales. El acto sirvió al barón para exhibir la desahogada situación financiera en la que se encuentra la diputación y enfrentarla a la de la Generalitat, que no consigue solucionar sus problemas de liquidez, con los consiguientes impagos a todo tipo de colectivos, entre ellos, a los propios ayuntamientos. Ante la llegada de la reforma local, que prevé que las competencias impropias que ejercen los ayuntamientos, como los servicios sociales, pasen a la Generalitat; Rus tranquilizó a los alcaldes: «Si la Generalitat no asume el pago, lo asumiré yo. Estaros tranquilos», espetó.

Los convenios firmados con los 187 municipios (el 70% de los ayuntamientos de Valencia) supondrá una inversión de 3, 8 millones para gastos de servicios sociales, una ayuda que ya presta la diputación desde 1983, pero cuyo pago se agiliza ahora por la vía del convenio, lo que implica que prácticamente los alcaldes se fueron con el dinero en el bolsillo. Rus los convocó a todos y durante dos horas fue firmando los convenios cerca de 90 ya que algunos municipios estaban agrupados en mancomunidades y estrechando manos. Durante un discurso varias veces interrumpido con aplausos, recordó que la diputación se había hecho cargo del servicio de teleasistencia (que el Estado y la Generalitat dejaron de pagar). «Aquí no hay crisis», bromeó.

Pero Rus no sólo quiso mostrar ayer su poderío económico. El acto tenía también lectura política. En el pulso con el presidente Alberto Fabra para que deje sus cargos en el PP o en la diputación si acaba presidiendo el Valencia Club de Fútbol, el barón provincial quiso evidenciar que tiene el respaldo de muchos alcaldes.