Los vecinos y el Consell coincidieron ayer en que la zona forestal de las urbanizaciones de Calicanto arrasada por el fuego «era un polvorín». Los propietarios de los chalés afectados denunciaron la falta de limpieza y el conseller de Gobernación, Serafín Castellano, incidió en la escasez de lluvias. Las llamas han quemado 320 hectáreas de monte en los términos de Torrent y Chiva, han destruido por completo un chalé y han causado daños en más de una decena de viviendas. La Guardia Civil ordenó el martes el desalojo de 3.000 vecinos, que ayer volvieron a sus casas y comprobaron la magnitud del incendio, que ha acabado con todas las zonas verdes de Calicanto. Los bomberos apagaron ayer un pequeño rebrote.

Los daños más importantes se produjeron en la calle Río Guadiana. Las llamas destruyeron el chalé del número 1443 donde vivían de alquiler desde hace tres años una pareja y sus dos hijos. El fuego también acabó con una caravana aparcada frente a la casa. Mireia Carbonell, hija del matrimonio, explicó que solo han podido salvar «algo de ropa». «La casa está reducida a escombros. Estamos sacando lo poco que no se ha quemado. Cuando yo me fui todavía no había mucho fuego, pero ha sido tremendo», lamentó. A unos veinte metros de la vivienda, las llamas también han reducido a chatarra una docena de coches viejos y una decena de motocicletas que el propietario de otro chalé guardaba en su jardín. Javier Gimeno, un vecino de la calle que tiene su chalé junto a la casa más afectada, incidió en que todo «ardía como una tea». «Fue muy rápido. Cuando vi las llamas me llevé a una zona segura a mi hija de tres años y volví para tratar de sacar algo de casa pero al final desistí. Por suerte, las llamas solo han quemado parte de las vallas y el jardín».

La mayoría de los vecinos comenzó a regresar a sus casas a primera hora de la mañana. La Guardia Civil les advirtió de que tuvieran cuidado con los ladrones. La mayoría de los daños en los chalés se han producido en los jardines. Los propietarios de las viviendas refrescaban ayer con mangueras el suelo.

Vicente, un vecino de la calle Ángel Guimerá perteneciente al término municipal de Chiva, lamentó la descoordinación que hubo al principio. «Estábamos comiendo sobre las 15.30 horas cuando vimos el humo lejos viviendo de Godelleta y en poco tiempo se nos echó encima. Llamé al 112 y me dijeron que me calmara. Yo les contesté que había niños llorando y queriendo irse. Llegó un momento en el que empezaron a arder las palmeras que tenemos. Salimos a la calle y nos recogieron dos patrullas de la Guardia Civil. Yo creo que ha habido una falta de coordinación y de medios. Aquí no han tirado ni una gota de agua».

Juan Flores, vecino de Vicente, destacó: «Esto era un polvorín porque lleva tres años sin llover. Lo peor de todo es que esta zona estaba llena de conejos y ardillas y han desaparecido». Flores aseguró que muchos vecinos como él tenían depósitos de agua en sus casas que podían haber sido útiles en las labores de extinción pero que se han quedado sin usar porque ellos no estaban allí. «Yo tengo un depósito de cuatro mil litros de agua. Algo habría hecho», sentenció.

Los vecinos coincidieron en que las llamas se propagaron muy rápido, generando una gran sensación de caos por la descoordinación inicial. «El fuego iba a una velocidad espantosa. Es muy triste», apuntaron María Jesús y Joan, vecinos de la calle Pascual y Genís.

El incendio se encontraba estabilizado y sin llamas desde ayer por la mañana. Sin embargo, un pequeño rebrote en la Sierra Perechinza obligó a reincorporar a cinco medios aéreos, que rápidamente controlaron el foco. La mayoría de los desalojados pasó la noche en casas de familiares, aunque cuarenta y dos personas durmieron en el polideportivo de El Vedat y 16 en el Ivaspe de Cheste.