El capitán Joel Steward no debería guardar buen recuerdo de Valencia. En 2003 estaba al mando del «Rainbow Warrior II», el buque insignia de Greenpeace. Algo salió mal en una medida de acción de los activistas contra un buque cargado de madera tropical «ilegal» y Marina Mercante retuvo el barco, y al capitán con su buque, durante cinco semanas. Ayer Steward lo recordaba con una sonrisa. Gajes del oficio de quien unos años después, en 2007, tenía que poner proa a Sagunt porque no dejaron que su buque «contaminara» los lujos de la Copa América.

Sonriente y con el pasado olvidado, este antiguo pescador estadounidense daba el banderazo de salida a la nueva campaña de Greenpeace: «Petróleo No, ni aquí ni en el Ártico», en un español cargado de acentos que perfeccionó durante su retención en Valencia.

Orgulloso de la marinera condición del «Rainbow Warrior III», un buque de última generación que navega habitualmente a vela, Steward cedió la palabra a Julio Barea, responsable de la campaña que reclama al Gobierno una ley que prohíba las prospecciones petrolíferas y la fracturación hidráulica, y favorezca un cambio en el modelo energético «hacia sistemas más eficientes y respetuosos con el medio ambiente».

«Estábamos en el buen camino, con el apoyo a las energías renovables, pero el Gobierno lo cortó de raiz por las presiones de las compañías eléctricas», aseguró Barea.

«Todavía tenemos tiempo de parar este sin sentido», apuntó Barea, quien acusó al Ministerio de Industria de querer «matar la gallina de los huevos de oro» que representa el turismo para España.

«Aún es posible que el rechazo social masivo en contra de las prospecciones haga que el Gobierno entre en razón y paralice la búsqueda y extracción de petróleo. Digan lo que digan las compañías petroleras no hay ninguna garantía de que no se puede producir un derrame cuando se trabaja a tanta profundidad», añadió.

Julio Barea recordó que en el hipotético caso de que Cairn Energy lograra extraer todo el petróleo que espera encontrar en el Golfo de Valencia, «estarían destrozando una zona de gran valor a cambio de cubrir apenas seis meses de las necesidades españolas de petróleo. La solución no es pinchar en cualquier sitio para extraer la última gota, sino cambiar el modelo energético», concluyó.

A su lado, Albert Fernández de Petroli no-Columbretes netes manifestó que la búsqueda de petróleo en el litoral valenciano cambiará «sustancialmente la economía y las costumbres de las zonas afectadas», basadas en la pesca y el turismo, advirtió.

Finalmente, Ezequiel Navío de la oficina de Acción Global contra las prospecciones petrolíferas en Canarias, advirtió al Gobierno que no puede ir «contra la voluntad mayoritaria de miles de personas» que rechazan la búsqueda de hidrocarburos.