Treinta años han transcurrido ya prácticamente en septiembre se cumplirá en aniversario desde que los ciudadanos de Valencia asistieron entre curiosos y atónitos al alzado de una de las obras llamadas a convertirse con el paso del tiempo en uno de los iconos más reconocibles de la ciudad: la «Pantera rosa».

Empleados de una contrata municipal recuperan desde ayer el color para uno de los iconos de la ciudad de Valencia que pronto cumplirá 30 años: la «Pantera Rosa», que lucirá en breve rejuvenecida.

En septiembre de 1984, los habitantes de Valencia pasaron de la sorpresa inicial ante la entonces transgresora obra del escultor Miquel Navarro ha hacer suya una obra que pocos entendían. Lo hicieron mediante un método universal y tan antiguo como la misma humanidad: bastó con ponerle nombre para que la ignorada «Fuente Pública» ese era el nombre original propuesto oficialmente para la escultura de la plaza Sanchis Guarnerse convirtiera en algo sentido como propio por la ciudadanía.

El monumento, encargado entonces a un joven escultor Miquel Navarro, conmemoraba la llegada a Valencia de las aguas del Júcar a través del canal Júcar-Turia. De ahí el chorro que permanentemente proyecta para recordar el acontecimiento que garantizaba el agua potable a la ciudad.

La «Pantera rosa», en realidad concebida con un color muy próximo al ocre, pasó a ser una referencia urbana para ir a o venir a y desde otros sitios o simplemente para quedar. Con el tiempo, las escasas lluvias y la suciedad del tráfico acumulada en la piel del monumento, el rosa quedó desvaído y la pantera comenzó a pasar desapercibida incluso para aquellos que le pusieron su nombre.

Muy cerca de allí, los 46 metros del «Parotet», erigida en 2003 y obra también de Miquel Navarro, sufren quizá más rápidamente que su compañera, la pérdida progresiva del color añil con el que fue inaugurada, aunque de momento tendrá que esperar a una intervención.