Más que un susto, una auténtica angustia. Eso es lo que se vivió este viernes por la tarde en la localidad ribereña de Antella, donde durante alrededor de dos horas y media un joven adolescente estuvo desaparecido tras precipitarse al río Júcar desde una barca de goma en la que navegaba con un grupo de amigos. El suceso sucedió alrededor de las 19 horas en la zona conocida como el Clot de Morrió, ubicada en un tramo posterior al popular Assut d'Antella, muy visitado por bañistas en período estival. Se da la circunstancia de que esta parte se caracteriza por las fuertes corrientes, factor determinante puesto que impidió al adolescente, de 15 años, poder alcanzar de nuevo la embarcación.

Según las fuentes consultadas, la víctima fue a parar a una zona llena de peligrosos remolinos y aunque intentó nadar hacia la balsa, le resultó imposible, al mismo tiempo que la corriente se llevaba a ésta con el resto de tripulantes encima, quienes perdieron de vista a su amigo y no pudieron hacer nada para poderlo rescatar.

Fueron ellos los que dieron rápidamente aviso al Centro de Emergencias 112, que de forma inmediata movilizó diversos efectivos, entre ellos un helicóptero, que acudió al lugar de los hechos de forma inmediata, así como agentes de la Guardia Civil, miembros de Protección Civil y a la Policía Local de Antella. Se inició entonces una intensa y angustiosa búsqueda, peinando el cauce del río Xúquer, que se prolongó durante dos largas horas y media, en las que se llegó a temer lo peor al no encontrar ni rastro del niño. La buena noticia llegó sobre las 21.30 horas, cuando una pareja lo encontró deambulando por la Séquia Reial del Xúquer.

Se salvó por unas cañas

Todo parece indicar que el joven, ya exhausto por sus esfuerzos en vano por nadar y tratar de alcanzar la orilla, tuvo la fortuna de poder agarrarse a unas cañas, gracias a las cuales logró salir del río.

Tras salvar su vida, deambuló desorientado por el citado canal hasta su localización.Los Cuerpos de Seguridad destacan que el niño, de origen senegalés y residente en Logroño (La Rioja), que pasa sus vacaciones en Villanueva de Castellón, no conocía la zona, por lo que se sintió perdido por los campos, además de estar «muerto de miedo y afectado» por la complicada situación a la que tuvo que hacer frente a su corta edad.