El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu ha reabierto después de veinte años la investigación por el atentado que la banda terrorista ETA cometió el 23 de julio de 1993 en un ferry que cubría la línea Dénia-Ibiza. La Audiencia Nacional cerró el caso en 1994 al no identificar las Fuerzas de Seguridad del Estado a los autores del atentado. Un marinero que resultó herido tras la explosión de la bomba ha logrado la reapertura de las pesquisas tras dos décadas de lucha. El marinero, Francisco Montiel, está a punto de conseguir que le reconozcan su condición de víctima tras sufrir un calvario por las secuelas psicológicas. «Lo que más me duele es que a los trabajadores del barco no nos desalojaron a pesar de la amenaza de bomba. Tuvimos mucha suerte porque pusieron dos artefactos y solo explotó parcialmente una de las bombas», aseguró ayer Francisco Montiel.

ETA cometió el atentado dentro de una de sus campañas veraniegas de sabotaje al turismo en la Comunitat Valenciana. El mismo día puso otras dos bombas en dos sucursales bancarias del centro de Alicante. Los terroristas colocaron en el ferry que estaba atracado en el puerto de Dénia dos artefactos con sendas cargas de un kilo de amonal, según recoge el sumario. Dos llamadas de los terroristas a la Cruz Roja y al diario Egin permitieron desalojar de pasajeros el barco, pero los trabajadores permanecieron dentro, según lamenta Montiel.

«El contramaestre nos dijo que había una bomba. Estábamos en popa y escuchamos un estruendo muy especial. Me dijeron que fuera a apagar el fuego. No podía negarme a desobedecer las órdenes porque me habrían dejado cinco años sin navegar. Al apagar el incendio me corté con los cristales y me intoxiqué con el humo. Cuando desperté al día siguiente en el hospital San Carlos de Alicante me dijeron que encima de donde estuve apagando el fuego había otra bomba. Fue un fallo estrepitoso en los protocolos de seguridad», criticó Francisco Montiel. El atentado le provocó al marinero secuelas psicológicas graves de las que no fue tratado.

«Yo ahora sigo sin poder ir a Dénia. Aquel día me robaron la vida. Desde entonces vivo con miedo», aseguró. Montiel está ahora recibiendo asistencia psicológica.

La víctima acaba de prestar declaración en la Audiencia Nacional y los forenses están determinando las secuelas psicológicas que padece. «Los trastornos que sufro son por el estrés postraumático que no me trataron desde el principio. En los actos de terrorismo hay víctimas de primera y segunda», insistió.