La mañana empezó ayer más pronto en el Ciutat de Cremona de Alaquàs que en ningún otro colegio. Los padres «rebeldes» que habían anunciado que llevarían a sus hijos de 3 años al centro, «sí o sí», cumplieron su promesa y, aunque los niños no están matriculados porque hace meses se eliminó la línea, lograron meter a los pequeños en las instalaciones pese a que la conselleria lo había prohibido.

Ante su desobediencia, la Policía desalojó a las familias y desde el colegio se advirtió a los progenitores de que «probablemente» se les denunciaría «por abandono de los menores». Aún así, los padres no cejan en su protesta y hoy volverán a llevar a los niños.

Educación, por su parte, también se mantiene firme y anunció que no rectificaría la supresión de la línea, al tiempo que indicó que «los niños no están matriculados en el centro y no pueden estar allí». Fuentes de la conselleria subrayaron, además, que «fue la Comisión de Escolarización Municipal la que, por mayoría, decidió dar el aula de 3 años al Vila d'Alaquàs» en detrimento del Cremona. La consellera, Mª José Català, pidió «sacar del ámbito educativo la protesta, el debate político y el debate sindical», además de recordar que «aún quedan 29 plazas en el municipio» en colegios construidos, lo que demuestra «que no hacen falta más líneas».

Una mañana repleta de tensión

La movilización comenzó a primera hora en ambas partes. La plataforma Tots som Cremona se citó antes de las 9 para arropar a las familias «rebeldes», mientras que Educación envió a dos inspectores para que supervisaran el inicio del curso. Su primera orden fue retirar las pancartas y lazos de protesta de las vallas del colegio.

Los manifestantes lo impidieron y realizaron un pasillo a los padres que, entre aplausos, entraban con sus hijos de la mano. Ya dentro del centro, dejaron a los pequeños de 3 años al cuidado de docentes voluntarios, que lograron acceder con ellos a uno de los barracones.

Fue entonces cuando «la dirección», remarcaron fuentes de la conselleria (de la que depende esa dirección), «llamó a la Policía e invitó a los padres a marcharse». Los progenitores y los voluntarios salieron y, al cabo de unos minutos, los «rebeldes» empezaron a recibir llamadas del colegio. «Me han dicho que he abandonado al niño y que pase a recogerlo», contaba nerviosa Raquel de la Guía, una de las madres.

La alcaldesa, la socialista Elvira García, consultó con sus técnicos de Servicios Sociales y garantizó a los padres que no había motivo de alarma. «Mi hijo va limpio, está atendido, come bien y tiene una casa y una familia. ¿Cómo puede acusarme la conselleria de que lo tengo abandonado y amenazarme con quitármelo?», se preguntaba indignada otra madre.

Poco antes de las 11, los progenitores recibieron una segunda tanda de llamadas y se produjo la primera claudicación. «Mi mujer es maestra en este colegio y quiere que recoja al niño porque el inspector la ha amenazado con abrirle un expediente sancionador por desobedecer una orden directa», relataba enfadado el padre, de nombre Honori. Minutos después, otro progenitor se acercaba también a por su hijo «por temor a más consecuencias», justificaba Mónica Gil, miembro de la AMPA. En total, sólo 7 de los 9 niños resistieron, pero esos 9 hoy «volverán de nuevo al Cremona, sí o sí».