Camas con enfermos junto a la mesa de control de enfermería, unas detrás de otras amontonadas en los boxes y sin privacidad alguna para los enfermos y hasta en las denominadas salas intermedias donde los pacientes esperan sentados en sillones con goteros el efecto de un tratamiento. Este es el día a día caótico que se vive en el servicio de urgencias del hospital Clínico de Valencia desde finales de agosto. ¿La razón? Que no hay camas disponibles para que los enfermos que tienen que ser hospitalizados ocupen una habitación como corresponde, a pesar de que en el centro hospitalario en estos momentos hay 106 camas cerradas en diferentes salas.

La reclamación de la Junta de Personal a la dirección de habilitar más salas ha sido ignorada durante los últimos días y a pesar de que la actividad de urgencias a finales de agosto ya empezó a ser la habitual de todo el año, el hospital mantenía el cierre de camas contemplado en el plan de vacaciones (138 en total), que permite a la dirección reducir al máximo el número de sustituciones de personal sanitario que es lo que, en definitiva, impide la apertura de camas.

La tensión acumulada en los últimos días en la puerta de urgencias ha obligado a los directivos, presionados por los sindicatos, a abrir media sala de Cardiología lo que se traduce en 16 camas más. Sin embargo, la decisión apenas alivió la situación de los pasillos de urgencias llenos de enfermos encamados y ayer por la mañana se dio la orden de incorporar otras 16 camas de la media sala restante, según informaron a Levante-EMV miembros de la Junta de Personal que pidieron la dimisión del director por su ineficacia en gestionar el hospital.

No obstante y pesar de intentar ampliar la disponibilidad del centro, a mediodía de ayer y como comprobó este rotativo urgencias estaba llena de pacientes encamados en cualquier espacio donde pudiera encajar una camilla.

Por otra parte, los celadores protagonizaron ayer una maratoniana carrera subiendo y bajando armarios, mesillas, camas, pues de goteros y todo tipo de aparataje para transformar 16 habitaciones completamente vacías y diáfanas en estancias para acoger enfermos.

A pesar de la incorporación de estas últimas 16 camas, en el hospital todavía permanecen inutilizadas más de un centenar de plazas lo que obliga a que los enfermos permanezcan ingresados en urgencias. La situación preocupa y mucho a la Junta de personal ya que esta merma de recursos deteriora considerablemente la atención asistencial. Asimismo, la falta de personal de limpieza ralentiza mucho la disponibilidad de las camas que quedan libres a pesar de intentar forzar las altas de los enfermos para tener más camas.