Las palabras, promesas y anuncios de los gestores políticos se enhebran muchas veces con humo. El hospital de Llíria es uno de los ejemplos más recientes y claros y el anuncio del traslado del hospital Arnau, con su consiguiente derribo, a los terrenos de Campanar donde hace sesenta años se construyó la ciudad sanitaria La Fe que también sería derruida, podría ser el lamento final de una legislatura. El centro hospitalario de Llíria que tendría que llevar ya cuatro años de rodaje, dado que su apertura se anunció para 2010 según las previsiones de los exconsejeros de sanidad, está todavía en obras y su inauguración se estima para la primavera de 2015.

El hospital Arnau de Vilanova tendría que contar con un servicio de Obstetricia (26 camas) y Ginecología (18 camas), así como un servicio de Pediatría y Neonatología con 18 camas para niños, cuatro camas-cuna, cinco incubadoras y una sala de lactancias, así como una sala de juegos y un comedor. Fue el 1 de marzo de 2010 cuando todos estos anuncios se lanzaron al aire. Cuatro años y medio más tarde no solo no hay nada de lo dicho sino que además el futuro del hospital se quiere escribir a golpe de piqueta.

Pero la memoria escrita del Diario Oficial de a Comunitat Valencia recuerda que el 17 de junio de 2009 se licitaron las obras de ampliación y reforma de las plantas semisótano y baja del hospital Arnau para ubicar el área de urgencias y unidades de Obstetricia y UCI por casi dos millones de euros de valor. La puerta de urgencias se reformó pero la construcción del área obstétrica y la ampliación de cuidados intensivos se quedaron en cantos de sirenas, a pesar de que se celebró un acto oficial con la colocación de la primera piedra.

De hecho, el centro hospitalario mantiene las mismas 6 plazas de UCI que ha tenido desde siempre y que en opinión de los expertos y de la oposición son «absolutamente insuficientes» para una población de 320.000 personas.

La Conselleria de Sanidad que dirige Manuel Llombart mantiene silencio sobre las razones que existen tras el anuncio del traslado del Arnau a la antigua Fe y sobre los imaginarios fallos funcionales de este centro que van a provocar su desaparición.

Entre un hospital y otro hay una distancia de 1.500 metros a pie que en estos momentos se ha sembrado de escepticismo y dudas, a tenor de los tiempos y presupuesto que ha anunciado el presidente Fabra que dijo que el nuevo hospital de 490 camas que se construirá en Campanar y que se sustituirá al Arnau, tras derribar los antiguos inmuebles sanitarios, podría estar listo en 2018.

La dotación presupuestaria que el mandatario autonómico ha cifrado para una operación de tal envergadura que son 65 millones de euros tampoco resulta verosímil, habida cuenta de que otro hospital como el de Gandía con 388 camas (196 habitaciones individuales y 96 dobles) ya costará a las arcas públicas unos 90 millones de euros.

El 10 de octubre de 2013 y tras un año y medio de paralización de las obras del centro hospitalario de La Safor, el presidente Fabra declaraba: «No pueden dejarse las cosas a medio terminar porque eso no genera confianza».

La primera piedra del anunciado hospital la puso Francisco Camps en 2003. El inicial coste de 60 millones (40 de construcción y 20 de equipamiento) se ha incrementado un 50 % una década después y sin haber abierto la puerta. La inauguración está prevista para antes de las elecciones. «El anuncio de Fabra de trasladar el Arnau a un centro de nueva construcción en los solares de la Fe de Campanar es una huida hacia delante que ha hecho para pacificar a los ciudadanos del barrio porque como se vé con el ejemplo de Gandía no cuadran los números ni los tiempos», declaró a Levante-EMV el diputado y portavoz de Sanidad del grupo socialista en Les Corts, Ignacio Subías. «Da la impresión agregó que no hay planificación sanitaria alguna».

Derribo progresivo, no voladura

Subías apuntó también que derribar un complejo sanitario como La Fe de Campanar tendría un coste elevado al no poder hacer una voladura controlada por el tipo de material y ubicación, por lo que habría que proceder a un derribo progresivo que encarecería aún más el descomunal proyecto que anunció Fabra.

Muestra de una casi inexistente planificación sanitaria son las inversiones que en los últimos años se han realizado tanto en el Arnau como en La Fe, a pesar de que el mítico buque insignia tenía los días contados para ser trasladado al nuevo complejo del Bulevar Sur.

De hecho, en los últimos seis años en el Arnau se han invertido 5,5 millones de euros en reformas que saltarían por los aires de culminar la orden de derribo, según informó el sindicato CSIF, cuyo portavoz aseguró que nadie en el departamento ni empleados ni comerciantes da credibilidad a la desaparición del edificio.

La apertura del hospital de Llíria obligará a redistribuir el mapa sanitario, ya que se estima que unas 80.000 personas de las 320.000 de la población del Arnau serán atendidas en el nuevo centro. Ni siquiera los vecinos que durante 36 manifestaciones han reclamado la reapertura de la vieja Fe son partidarios de la desaparición del hospital vecino que está solo a una rotonda de distancia.

Tras el inaudito anuncio de traslados, construcciones y demoliciones hospitalarias del presidente Fabra, la conselleria mantiene un silencio lunar. Están por saberse las razones.