Hay dos circunstancias clave para saber si el cariño es verdadero, que diría la canción: cuando de repente se ve uno en la ruina económica o cuando su futuro está en tela de juicio, literalmente, y su reputación se arrastra por los suelos. El expresidente Francisco Camps pasó por el segundo trance. Y comprobó que Juan Gabriel Cotino Ferrer (Xirivella, 25 de enero de 1950) nunca abdicó de su condición de padre espiritual y padrino político. El 20 de mayo de 2009 lo acompañó, junto con Rita Barberá, a su primera declaración judicial por el caso de los trajes Gürtel. El 12 de diciembre de 2011, Camps llegó al Palacio de Justicia para afrontar el juicio en un BMW blanco conducido por Juan Cotino. Fueron dos momentos en los que este destacado miembro del Opus Dei y líder del otrora todopoderoso sector cristiano del PP demostró su aprecio y lealtad hacia el expresidente, quien siempre fue un producto modelado por él y por la alcaldesa de Valencia.

Con Alberto Fabra en el Palau, a partir de julio de 2011, el presidente de las Corts ha formado parte de esa alianza de intereses que tejieron la propia Barberá y el presidente provincial y de la diputación, Alfonso Rus, tan alejados hasta que tropezaron con dos enemigos internos comunes: Fabra y quien fue su lugarteniente Serafín Castellano, al que el primero le entregó el partido y le encomendó la misión nunca consumada de controlarlo.

Cotino ha sido y es un problema para Fabra por activa, pero también por pasiva. No ha sido imputado en nada, pero está implicado en casi todos los grandes escándalos que han salpicado al PP y al Consell. Tuvo que ir el pasado mes de enero a declarar a la Audiencia Nacional, al aparecer en los papeles de Bárcenas como donante de 200.000 euros al partido, extremo que negó. El nombre de Sedesa, la empresa familiar, aparece también en las dos piezas Gürtel que investiga el TSJ sobre presunta financiación ilegal del PP en las campañas de 2007 y 2008. Su sobrino, Vicente Cotino, está imputado.Pero donde el todavía presidente de las Corts ocupa un lugar preeminente, dentro de la causa Gürtel, es en la pieza número 4, sobre los contratos con la trama para la cobertura de la visita del Papa Benedicto XVI a Valencia, en julio de 2006. Diversos testigos e imputados lo han señalado como persona clave en la toma de decisiones, hasta la ubicación del altar junto al Parotet, aunque él siempre se ha confesado un «voluntario más».

En el accidente del metro, algunos familiares de víctimas lo acusaron de ofrecer puestos de trabajo para que mantuvieran silencio. Cotino siempre lo ha negado. Su último problema en territorio judicial le llegó cuando EU denunció en Fiscalía un presunto tráfico de influencias cuando como conseller de Bienestar Social adjudicó plazas de residencia a Gerocentros del Mediterráneo (Savia de nombre comercial) por valor de 15 millones, en mayo de 2009. El 38,7% del capital social de Savia-Gerocentros pertenecía entonces a Sedesa.