La expresión «correr como la pólvora», en el caso de la difusión de rumores o falsas acusaciones se ha quedado corta ante la rápidez con que vuelan los bulos a través de aplicaciones de mensajería instantánea para móviles como WhatsApp. La eclosión de grupos de intercambio de wasaps, los mensajes gratuitos enviados mediante esta popular aplicación, entre los padres de alumnos de cada clase ha comenzado a amargar la vida del profesorado.

Así se aprecia en el informe del curso 2013-14 del servicio del Defensor del Profesor de la C. Valenciana del sindicato independiente ANPE, que constata que las quejas de docentes por las falsas acusaciones de padres de alumnos se han doblado en dos cursos «debido a la amplia difusión inmediata de rumores a través de wasaps», según el presidente autonómico de ANPE, Laureano Bárcena.

Uno de cada cuatro del centenar largo de docentes que recurrieron durante el pasado curso al Defensor del Profesor de este sindicato denunciaron ser víctimas de falsas acusaciones por parte de los padres, más del doble que el curso anterior. En el ejercicio 2010-11 esta problemática se ceñía al 14 % de las quejas, y en el 2012-13 a sólo el 9 %.

Bárcena atribuye este crecimiento exponencial a que con los grupos de WhatsApp no sólo de padres de alumnos, sino también de los propios escolares, las críticas sobre la actuación de un profesor en el aula «se difunden inmediatamente, sin tener en cuenta de que dicho reproche puede ser algo que en realidad no ha ocurrido tal como se cuenta o es producto de una exageración de un alumno o incluso un padre». Estas acusaciones sin contrastar, continúa, «ahora con los wasaps llegan en un muy poco tiempo a mucha gente y su impacto es mucho mayor».

Es decir, que lo que antes era un rumor a la puerta del colegio que el docente o la dirección del centro podía atajar convocando una reunión con los padres para esclarecer los hechos si realmente se trataba de una acusación infundada, ahora en pocos minutos puede propagarse por toda la comunidad educativa e incluso más allá con un simple «reenviar».

Susana Mena, responsable del servicio del Defensor del Profesor, explica que el docente «lo pasa muy mal ante las falsas acusaciones, pues actualmente es muy fácil difundir un rumor». A quienes sufren de este tipo de acoso recomienda «primero apoyo psicológico y, en segundo lugar, solicitar la intervención del equipo directivo del centro y de la Inspección educativa como mediadores entre los padres y el docente». Añade que las víctimas «tienen miedo de presentar una denuncia porque la mayoría ya han recibido alguma amenaza por parte de los padres». En este sentido, el segundo motivo de queja de los docentes al Defensor del Profesor, en el 13 % de los casos, son las amenazas y el acoso de los padres.