Tanto nadar para morir en la orilla. Más de un año con sus meses, semanas, días y noches incluidos, para que todos los partidos, corrientes, liderazgos y colectivos de Compromís llegaran a aprobar un reglamento de primaras consensuado y ayer el Consell General de la coalición no lo ratificó por cuatro votos. Una mezcla de desidia, confianza por los que se quedaron en casa y temeridad en el sector crítico del Bloc provocó que el documento que se presentaba ante el máximo órgano de representación de la formación política no consiguiera los dos tercios de apoyos que necesitaba. 103 votos a favor, 33 en contra y 25 abstenciones.

Entre los contrarios al reglamento, la mayoría de miembros del Bloc de Castelló, gran parte de los jóvenes de la formación nacionalista y algunos adheridos. Cada uno con su propia razón y todos con la legitimidad de su voto. Al final, las tensiones internas en el Bloc han acabado por dinamitar una propuesta que sí que había aceptado la ejecutiva que dirige Enric Morera, que en seguida salió a poner una tirita en una herida que sangra a borbotones.

Más allá del fracaso a la hora de aprobar tras dos años un reglamento de primarias que acomode a las distintas sensibilidades de Compromís, lo sucedido en el Consell General pone de manifiesto el fracaso de Compromís como coalición más allá de la suma de intereses electorales de Bloc, Iniciativa y Verds-Equo. Compromís se queda en punto muerto y vuelve al escenario de 2007, como suma de siglas, desandando el camino y apagando por la vía de los hechos a las voces que claman desde dentro por una confluencia que superara las siglas para entregrarse a un proyecto ecosocialista y nacionalista integrado.

Y es que ayer Iniciativa y Els Verds-Equo ya lanzaron al Bloc la propuesta de obviar la decisión del Consell General de Compromís y aprobar el reglamento vía un acuerdo entre los partidos políticas. Esta decisión, como reconocieron varios líderes del Bloc e Iniciativa supone vaciar de contenido la Ejecutiva de Compromís. Esto no es ni buen ni malo en sí, pero deja en papel mojado el discurso de que el todo era más que la suma de la partes. De la aspiración de llegar a un modelo tipo Izquierda Unida, los militantes y simpatizantes de Compromís formarán parte de una «cooperativa» de partidos al estilo CiU, con sus tres almas claramente diferenciadas.

Con esta negociación entre partidos, Compromís evitaría que las fricciones internas entre las formaciones se arreglaran en cada sede y no se trasladaran a la coalición, como pasó ayer con los críticos del Bloc en el Consell General. El problema que subyace es cómo se situarán ahora los centenares de adheridos que no pertenecen a ninguno de los tres partidos ni tampoco a Gent de Compromís.

Pese al fatalismo que surgió ayer en todos los ámbitos por el fracaso del reglamento, tanto Mònica Oltra (Iniciativa) hoy en una entrevista en Levante-EMV, como Enric Morera (Bloc) como Julià Álvaro (Verds-Equo), se mostraron confiados en que esto no afectará a la supervivencia de la coalición. El reglamento, si el Bloc así lo decide esta semana, acabará aprobándose por las direcciones de los partidos. Habrá que volver a empezar de cero o cambiar el modelo de funcionamiento.

De hecho, paralelamente al reglamento de primarias para la lista electoral que tanto ha desgastado a la coalición, las formaciones han estado hablando sobre un modelo de federación de Compromís. Esta será una nueva oportunidad para explicar a los ciudadanos qué quiere ser la coalición de mayor: un partido o la suma de ellos.

De momento, la principal amalgama de la coalición son sus expectativas electorales, a seis meses de las autonómicas y municipales y las encuestas vaticinando un buen resultado aunque frenado por el fenómeno Podemos. Compromís tiene una semana por delante „otra semana «definitiva»„ para despejar todas las incognitas que le rodean.