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Duelo en fiestas

El síndrome de la silla vacía en Navidad

La pérdida de un ser querido y su duelo en las fechas navideñas se digiere mejor con gestos sencillos: no huir de viaje, no suspender ágapes, no quitar árboles ni belenes y evocar al difunto

El síndrome de la silla vacía en Navidad

El nombre es evocador: «Síndrome de la silla vacía en Navidad». La realidad, en cambio, puede ser insoportablemente dolorosa. ¿Cómo «celebrar» la Navidad en pleno duelo por la pérdida reciente de un ser querido? La Asociación Víktor Frankl inició ayer en Valencia la primera de sus dos sesiones programadas para dar pautas o estrategias que hagan más llevaderas estas fechas de reencuentros familiares y emociones a flor de piel. Se intenta así evitar que un mal como es la muerte de un familiar y el consiguiente golpe emocional conduzca a otros: la represión de los sentimientos y el dolor que ello genera, el conflicto familiar por la gestión de cómo se «celebra», o la somatización de una emoción negada y postergada.

El psicólogo Manuel Martínez Cuesta, experto en duelo y que imparte la charla, prefiere enumerar primero lo que no se debe hacer. La esencia es fácil de resumir: no se debe huir de las emociones porque tarde o temprano te acaban por alcanzar con la misma intensidad. Por ello, explica Martínez Cuesta, constituye un «error» anular las celebraciones de Navidad, irse de viaje fuera para olvidar esas fechas, o incluso „y él lo ha visto„ desplazarse a un punto del otro hemisferio donde sea verano para que nada recuerde a la Navidad y al ser querido. «Eso es una equivocación. Cuando una persona evita sentir lo que es natural sentir, esa emoción no se procesa y luego vuelve. Durante un tiempo la puedes evitar. Pero el recuerdo vuelve. Y en las siguientes Navidades te encuentras con la misma situación que no te has atrevido a afrontar. Con la misma intensidad e incluso con un punto de culpabilidad por haber huido de ella. Todo lo que la mente no procesa, el cuerpo lo recuerda. Porque las emociones no se pueden obviar. Como mucho se aplazan», sostiene el psicólogo del colectivo Viktor Frankl.

Otro error común es el «pacto de silencio» durante la comida o la cena. Hacer la Navidad, pero sin hablar de Él o de Ella. Es una mala táctica porque enfrenta a una doble tensión: la de encontrarse mal y la de no poderlo ni expresar ni compartir porque se ha decidido que de eso mejor no se habla. Y así es como empiezan las visitas al baño para desahogarse o las salidas a fumar o tomar el aire. Una mala solución, insiste Martínez Cuesta. Tampoco ayuda en nada quitar la decoración navideña (renunciar al árbol o al belén) como símbolo de duelo externo ni reprimirse el pasarlo bien o incluso reír por tener sentimiento de culpa. «No se recomienda quitar nada», afirma.

Hablar en presente y una vela

Entonces, ¿qué se debe hacer? Como compendio, no hay nada mejor que la naturalidad y el recuerdo de quien se ha marchado. El psicólogo ofrece algunas pautas. La primera, «aceptar que la persona no está y hacerla presente de la única manera posible: los recuerdos». Debería hablarse de ella en presente. «Al abuelo no se le quería; se le quiere. Se le puede seguir queriendo, pero a través del recuerdo. Y eso tranquiliza», dice Manuel.

El segundo consejo „y más importante„ es «iniciar la celebración con un recuerdo a ese ser querido». Con un minuto de silencio, unas palabras, un recuerdo expresado por parte de cada uno, una oración en su nombre si la familia es religiosa o una carta escrita por los niños sobre quien se ha ido. «Es doloroso y va a ser emotivo, pero el resto de la comida será mucho más conciliador y tranquilo. Porque se habrán podido expresar las emociones y la gente no estará coartada», explica. Simbólicamente, puede igualmente colocarse una vela junto al belén, una foto, o incluso una silla vacía en la mesa. Pero si nace, no forzándolo. Y como homenaje, no como un rito que constriña.

«El homenaje siempre es sanador. Recordar al ser fallecido y expresarlo siempre ayuda. En cambio, reprimirlo y callarlo es contraproducente», recalca. Con un aviso: es conveniente que la familia hable antes de la cita sobre la forma que debe adquirir la celebración. Al fin y al cabo, no se trata de otra cosa que de recolocar a la persona querida en el nuevo sitio al que ha pasado: el recuerdo.

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