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Entrevista | Salvador Enguix

"En el ADN de los políticos está controlar la prensa"

«La trinchera del periodismo político tiene enfrente a la de la comunicación política; y no estamos perdiendo la guerra», afirma el periodista

"En el ADN de los políticos está controlar la prensa"

Desde la Transición no se hablaba tanto de política en los medios. ¿Detecta sobredosis o intoxicación por sustancia nociva?

Es bueno que se hable de política y que la gente participe en el debate más allá del voto cada cuatro años. La actual tensión informativa en torno al debate político la considero muy positiva. Aunque es cierto que hay controversia sobre la política-espectáculo de la televisión.

Sí, el «boom» de las tertulias. ¿Son periodismo político o show?

Es una manera de hacer periodismo político que nos sorprende, pero que ha existido siempre en Estados Unidos, el Reino Unido o Alemania. Quizá no es la forma más purista de exponer el debate político, pero prefiero que esos programas figuren en la parrilla a que no existan. Es bueno para una sociedad hablar mucho de política.

¿Hay más periodismo político o politizado en España?

Mira: en el ADN de los políticos está controlar a la prensa y a los periodistas. Para ellos es fundamental obtener la respuesta buscada de la opinión pública, que es la soberana para decidir quién va a gobernar la sociedad.

¿Eso pervierte la democracia?

¡No! Es lo apasionante de las democracias: el conflicto entre poderes. El periódico, ya lo decía Héctor Borrat, es un actor político en conflicto con el resto de poderes. El conflicto es sano. En sentido contrario, en el ADN de la prensa está controlar a los políticos y su tarea de gobierno para evitar que perviertan su función.

¿Y qué bando va ganando ese conflicto?

Como defiendo en el libro, estamos en un ecosistema comunicativo de trincheras. Una trinchera, la comunicación política, dispone de muchos recursos: gabinetes de comunicación de los gobiernos y las instituciones, expertos en marketing y grandes recursos económicos con un aparato brutal. Enfrente está la trinchera del periodismo político, donde encontramos una situación compleja, con una industria en plena reconversión y con precariedad laboral para sus profesionales. Y aun así, a pesar de todo, tengo la sensación de que no estamos perdiendo la guerra. ¡Es formidable! Porque, cuando hablas con los políticos, se palpa más miedo a la opinión pública que antiguamente. Saben que, a pesar de sus esfuerzos, la opinión pública piensa por su cuenta, lee medios que la élite no espera, participa en las redes sociales? En una palabra: participa más de la democracia. ¡Y eso vuelve locos a los políticos!

Como periodista, ¿qué afea a los políticos valencianos?

En general, les falta la cultura de la apertura, de la respuesta, de la rendición de cuentas que impera en el mundo anglosajón. Es impensable en muchos países la rueda de prensa por plasma de Mariano Rajoy. O que un presidente como Francisco Camps no diera ruedas de prensa en años. Es un insulto, no ya al periodismo, sino a los ciudadanos. Los ocho años del Gobierno de Camps son una prueba de cómo puede llegar a ser de nefasto el trato con los medios de comunicación. Y, pese a ello, el periodismo valenciano de los últimos años ha tenido un altísimo nivel, denunciando la corrupción o investigando acerca del accidente de metro.

¿Cuáles son los vicios más peligrosos de un periodista político?

La comodidad y el conformismo. Cuando un periodista se conforma con lo que le cuentan, está muerto. Querer ir siempre más allá es la grandeza del periodismo.

¿Qué no debe consentir nunca un periodista político?

Nunca puede permitir que un político lo amenace, lo condicione o lo presione. Eso es intolerable. Tampoco debe aceptar la censura ni las prebendas. El periodista ha de tener siempre claro que trabaja para sus lectores. No trabaja ni para los políticos ni para él.

Superman era periodista. Eran los años 70, la época dorada del oficio. ¿Volverá a haber un superhéroe periodista?

Sí, sin duda. Auguro una nueva edad de oro para el periodismo en los próximos años. No hablo de las empresas periodísticas ni del negocio. Hablo del periodismo. Estamos en una segunda transición en el periodismo. Y sobrevivirán las proyectos más atrevidos, independientes, inconformistas y comprometidos con la sociedad.

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