Los médicos de familia de los centros de salud no quieren mirar a otro lado. No pueden, al encontrarse día a día con las miradas desesperanzadas de miles de personas que llegan con enfermedades ocasionadas por el sufrimiento social, pero tampoco quieren cambiar la dirección de su mirada, más bien lo que buscan es establecer un buen enfoque para elaborar un diagnóstico e intentar aliviar la situación.

Cuatrocientos especialistas se reunieron en la IV Jornada de Humanización y Ética en Atención Primaria, que se celebró en Valencia organizada por la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria y la Asociación Viktor E. Frankl, para reflexionar sobre cómo «Afrontar el sufrimiento social» que golpea más a los más vulnerables y desfavorecidos.

En el encuentro se identificaron los problemas que influyen en la salud y que están asociados a la aparición de más enfermedades, a un mayor riesgo de enfermar y a una menor expectativa de vida.

Para combatir la situación, los facultativos acordaron: «Atender el sufrimiento emocional de origen social generado por las desigualdades y el vacío existencial causado por los problemas de la vida cotidiana, desmedicalizar los síntomas que tienen una solución social, aceptar lo que no podemos cambiar con medios exclusivamente sanitarios, no sucumbir a la impotencia, confiar en la vida y no abandonar nunca al paciente».

Desde que la crisis comenzó a dentellear a los más débiles, los médicos han visto aumentar el número de personas que acuden a sus consultas con malestar, depresión, molestias digestivas, ansiedad, insomnio y otros síntomas. En la necesaria anamnesis (la entrevista entre médico y paciente) para indagar qué hay detrás de cada uno de los síntomas, los médicos han descubierto que ocultas tras la enfermedad están la incapacidad para llegar a fin de mes, para afrontar el pago de la hipoteca, la luz, el agua, la falta de trabajo, la frustración del paro de larga duración, la falta de ayudas agotadas y, sobre todo, la ausencia de cualquier perspectiva de mejora.

«Los pobres no solo tienen más enfermedades, sino una menor esperanza de vida, que amenaza ya al 27 % de la población, sobre todo a los cinco millones de españoles que están en riesgo de exclusión extrema», concluyeron los asistentes que denunciaron «la injusticia» del Real Decreto 16/2012 que excluye de la asistencia sanitaria a los inmigrantes en situación irregular.

Más allá de prescribir antidepresivos y ansiolíticos (que solo enmascaran lo que hay), los especialistas valoraron la utilidad de incorporar una terapia familiar breve y una psicoterapia corta como cauces para abordar estas situaciones de desgarro social desde las consultas de primaria, así como «la necesidad de ayudar a elegir una actitud positiva para encontrar un sentido a este sufrimiento».

Sin embargo, a medida que la reflexión avanzaba las carencias del propio sistema sanitario eran más evidentes y no podían silenciarse: «No podemos „afirman„ eludir la responsabilidad de ser testigos de un sufrimiento injusto y limitarnos a recetar medicamentos».

Los facultativos reclaman la urgente contratación de más psicólogos para reconducir la actitud de las personas con sufrimiento de causa social y ayudarles a mantener proyectos y esperanzas, «porque son dolencias que requieren algo más que medicamentos».