La «pobreza energética» es uno de esos conceptos surgidos del corazón de la crisis, con poca visibilidad social, pero que se traduce en auténticos dramas cotidianos. Se entiende por pobreza energética, por ejemplo, la incapacidad para mantener la casa caliente. Un fenómeno preocupante que ha ido ocupando a las ONG y centrando estudios sobre el impacto de la crisis.

Entidades como la Cruz Roja han articulado ayudas concretas para afrontar este tipo de gasto, el consumo de luz, agua o gas. Unas 1.700 familias de la C. Valenciana recibieron ayuda en 2014 por esa organización humanitaria.

Aunque el invierno no es especialmente crudo en la fachada mediterránea, la carencia de una vivienda preparada, sumada a la falta de recursos, puede hacer que mantener la casa caliente en esos meses se convierta en un lujo inaccesible. Según un estudio de la Asociación de Ciencias Ambientales, unas 380.000 personas repartidas en cerca de 144.000 hogares no pueden acondicionar cuando las temperaturas bajan.

Un millón de cortes de luz

El gasto medio de una familia al año en la factura de la luz es de 725 euros, según un estudio de AIS Grup, con lo que esta aportación del cheque energético que prepara la Generalitat daría para cubrir cerca de dos meses de consumo eléctrico.

Otro informe de la asociación de consumidores Facua cifró recientemente en un millón las familias afectadas por cortes de luz durante el año 2013.