El PPCV lanzó ayer la candidatura de Alberto Fabra bajo una premisa: estabilidad o caos, mayoría de gobierno para el PP o «conglomerado de radicales». Fue el pilar maestro del discurso de proclamación de Fabra, sostenido también por la alcaldesa Rita Barberá y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que acudió en representación de Rajoy a la puesta de largo del presidente.

«Son once partidos de izquierda en el camarote de Marx, no de Groucho sino de Carlos. No cabe ni un solo radical más. Lo único que les une es que quieren tirar al PP», proclamó Fabra en su intervención más agresiva contra la oposición. El jefe del Consell no dudó en recuperar el discurso anticatalanista. Aludió a «reuniones secretas» y «pactos bajo mano» de la oposición con Acció Cultural. «No nos conocen porque hablan de la C. Valenciana sobre un mapa ficticio: el País Valencià que ni es ni fue ni será mientras estemos aquí», añadió.

Y avisó: «Si ganan irán a saco». «Lo que tenemos enfrente es más preocupante que nunca. Preocupante por separado, pero más si los juntamos», añadió. Del PSPV dijo que «lleva 20 años metido en una rotonda buscando bajo sus escombros». De Compromís, criticó que «ha tardado nueve meses en decidir la manera de elegir candidata»; de Podemos «solo sabemos que representa a Monedero y Venezuela», y EU representa «la hoz y el martillo, a los comunistas de toda la vida». Ni una mala palabra, sin embargo, sobre Ciudadanos, su principal rival entre el electorado de centro derecha, pero también su único socio potencial para retener la Generalitat.

Sobre la tumba de la virreina

Junto al jefe del Consell y Barberá, Santamaría y Alfonso Rus, el escenario del acto fue un protagonista más en la mañana de ayer. Fabra, como hizo Camps en su día con el Monestir de la Valldigna, el Derecho Foral o los actos en El Puig, trató de investirse de trascendencia medieval y asociarse a una iconografía. Ayer, y ante unas mil personas, eligió como marco el solemne claustro del Monasterio de Sant Miquel, «sede de la Biblioteca Valenciana y símbolo de la grandeza cultural valenciana, donde se custodia el primer libro impreso». Sant Miquel dels Reis, rehabilitado por Zaplana en los 90, fue el primer símbolo cultural del PP, aunque apenas ha sido reivindicado. No mencionó Fabra que es la sede de la AVL, hoy amenazada por el PP por defender la unidad de la lengua. Sant Miquel fue construido en el siglo XVI para enterrar a Germana de Foix, segunda esposa de Fernando el Católico y virreina del Reino de Valencia recordada por la represión de las germanías, que habían reclamado la «democratización» de las instituciones.

Fabra, que recordó a la virreina enterrada allí, enterró por su parte el discurso reivindicativo y agradeció al Gobierno haber «ayudado» a la C. Valenciana con los préstamos del FLA, ICO y planes de pago a proveedores. Asimismo, se mostró seguro de que «el nuevo modelo de financiación cubrirá los servicios en igualdad de condiciones de todas las personas», sin distinción de territorios como hoy ocurre.

La vicepresidenta Sáenz de Santamaría respondió alabando la gestión de Fabra: «En 2011 se destruía empleo al 2,6% en Valencia; hoy se crea al 4,1%», afirmó la vicepresidente, que exhibió sobriedad vallisoletana en un discurso poco mitinero y en clave estatal.

Fabra vivió ayer su «día», en palabras de la alcaldesa Barberá, y recibió el apoyo explícito de los dos líderes del partido en Valencia, Barberá y Rus, cuya relación con Fabra estos cuatro años ha estado marcada por la tensión. «Hemos venido a decirte que aquí nos tienes, que vamos a ganar y vas a ser el próximo presidente y yo seguiré siendo la pesadilla para la izquierda», afirmó la alcaldesa.

«La C. Valenciana no puede dejar su futuro a merced de un orfeón de voceros que sólo generan desconfianza e inseguridad y se alimentan del despropósito y del resentimiento», afirmó. Barberá también alertó contra la abstención, en referencia a Ciudadanos. Ningún voto se puede quedar en casa, porque «la abstención de quien nos votó, y ahora quiere votar a otra opción, se convierte en dos votos a favor del batiburrillo y en contra de la estabilidad», proclamó.

Rus aprieta a la vicepresidenta

También Alfonso Rus cerró filas. «Somos conscientes de su gran esfuerzo y por eso hoy estamos todos con él», dijo. Fue el más reivindicativo, y recordó a la vicepresidenta las promesas incumplidas. «Nosotros tenemos que luchar por lo nuestro: la financiación y sobre todo la deuda histórica. Tenemos una deuda histórica que tenemos que reclamar porque la deuda tremenda y no vamos a poder pagar». Y recordó los servicios del PPCV a Rajoy: «Dimos mucho al Gobierno popular y queremos una respuesta cuando se pueda pero que no se nos olvide. Està clar?».