El reloj marca las cinco de la tarde y Quique y Esther no han pegado bocado desde buena mañana. Algún alma caritativa ha traído unos bocadillos que comienzan a devorar, aprovechando que, por un momento, se han quedado solos en la administración. «No nos ha dado tiempo. En cuanto se ha sabido, esto se ha convertido en un hervidero de gente», se excusan ante el periodista. Los loteros del Porquet d'Or rebosan exultantes de alegría. Acaban de repartir 8,4 millones de euros en el sorteo de la Lotería Nacional, un pellizco que alcanza a un centenar de familias de Canals y otras poblaciones cercanas.

El 75% de los agraciados son clientes fieles a un número que se reparte desde hace más de 30 años en la localidad. Hasta hace cuatro, el 71939 lo suministraba excluvisamente el bar del «Manchego», pero el local cerró y el número fue cedido a la administración de la calle Maestro Serrano, arrastrando tras de sí un rosario de compradores asiduos. La tradición ha ido transmitiéndose de generación en generación, pero también la mala suerte. «Muchos abonados originales han fallecido, pero seguimos guardando el número a sus hijos o sus sobrinos. Todos los sábados se quejaban deque no tocaba y yo les pedía paciencia. Al final, tienen su recompensa», señala el lotero Quique Salom.

Cada uno de los 90 décimos repartidos está premiado con 60.000 euros, aunque muchos son compartidos entre amigos o familiares. Por si fuera poco, la estafeta también tenía consignado el billete cuyo poseedor se embolsará un premio especial de 3 millones de euros. La identidad del máximo agraciado, sin embargo, no ha trascendido. «Le he llamado para darle la noticia. No se había enterado y me ha dicho que dejara de tomarle el pelo», comenta Salom a este diario.

Nunca antes Canals había repartido tanta suerte en el sorteo nacional. Lo máximo que se recuerda es un segundo premio en 2007 que cuelga de las paredes de la administración. «A mí me tocó aquel y me ha tocado éste, así que soy una mujer afortunada. Todo el dinero va a ser para mis hijos y para mi nieta», proclama Paquita Alcalde, vecina de la misma calle del establecimiento y compradora «esporádica» de lotería. «Yo quería otro número, pero vi que mi marido cogía ése y dije: pues yo también. Ahora tenemos dos décimos premiados», cuenta radiante de alegría y nerviosa, muy nerviosa.

El Porquet ha vendido íntegro el premio, a excepción de 10 décimos repartidos en Tordera (Barcelona), con cuyo lotero la tienda de Canals mantiene un acuerdo. Pilar y Jorge llevan 15 años abonados al mismo número y, ahora que por fin ha tocado, no piensan cambiarse a otro. «Estoy parada y esto es un desahogo», cuenta ella, que estaba poniendo la lavadora cuando en la radio escuchó la gran noticia. «Al principio no me lo creía. El corazón casi se me sale», expone. Pilar compartía el número con una amiga, también en paro, que quería dejar de comprarlo porque nunca tocaba. «Le insistí y al final ha salido bien», respira aliviada. A Vicente, abonado desde hace 16 años, también le ha caído el premio como una bendición. A sus 62 años, acaba de abrir un gimnasio y de comprarse un coche. El dinero es un gran alivio. «Mi hijo ha acabado la carrera y no tiene trabajo», expone. Como para Conchín, que la semana que viene celebra la comunión de su hija. «En el trabajo ha sido un escándalo cuando se ha sabido: entre abrazos, gritos y lloros», festeja.