«No he conocido un político tan honrado como Francisco Camps. Ahora, como hombre ha sido un cobarde, y como amigo, conmigo, un mierda. Se ha portado como el culo». Álvaro Pérez, «El Bigotes», considerado por la Unidad de Delincuencia Económica y Financiera de la Policía (Udef) como uno de los «cerebros» de la trama Gürtel junto a Francisco Correa y Pablo Crespo, se lanzó ayer al ruedo televisivo, y lo hizo a lo grande, sin pelos en la lengua. Ya no lleva su característico mostacho desde hace años, porque desde que estalló este caso en 2009 que ha convulsionado al PP nacional y al PP valenciano, su vida ha experimentado un vuelco total. Pero en el plató del programa «Un Tiempo Nuevo» de T5, «El Bigotes» se mostró dispuesto a defender su inocencia, con vehemencia.

A «El Bigotes» se le veía nervioso al comenzar su turno en el programa, casi se diría que impaciente por empezar a someterse al escrutinio de los periodistas presentes en el plató. Preguntado sobre quién fue la persona que le puso en contacto con Correa, no dudó un instante, el yerno del expresidente José María Aznar, Alejandro Agag.

El segundo acto de su paseo televisivo consistió en negar, pese a la contundencia de los informes policiales, que estuviera al corriente de las cuentas de las empresas en las que trabajaba junto a Correa y Crespo. «Yo me dedicaba a currar y a dar una buena imagen del PP». «Yo no sé nada de las cuentas, eso lo llevaba Pablo Crespo», dijo.

Y aún más, rechazó haber pagado al matrimonio formado en el momento de los hechos por el exalcalde de Pozuelo, Jesús Sepúlveda y la exministra de Sanidad, Ana Mato. Según Pérez, las conclusiones policiales son erróneas, es más, «algunos informes del a Udef son falsos», sostuvo.

Conforme avanzaba el interrogatorio televisivo «El Bigotes» empezó a sentirse en su salsa, a torear en lo que había definido al comenzar como un «territorio amigo». Así, cual tertuliano de «Sálvame», empezó su verdadero recital cuando tuvo que escuchar, cariacontecido, la famosa grabación junto al expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, en la que se dirigían el uno al otro en términos tan afectuosos como «amiguito del alma».

Levantado de su silla y paseando por el plató, con extraordinaria vehemencia, Pérez aseguró que aquella grabación «era una cerdada». «Yo hablaba con un amigo de verdad». Y fue entonces, al describir su relación con Camps tras el vendaval Gürtel cuando soltó la bomba: «Camps ni amiguito del alma ni nada. Desapareció como Agag», reconoció con amargura. Más magnánimo fue con el exsecretario general del PP valenciano, Ricardo Costa, otra de la víctimas políticas de Gürtel: «Ha pagado los platos rotos», afirmó.

Airoso del lance televisivo, queda la sensación de que al final nada resiste el huracán Gürtel, ni siquiera las amistades del alma.