Finlandia, capital Valencia. Convertir a la Comunitat Valenciana en «una de las regiones más desarrolladas y avanzadas socialmente de Europa». «No es una utopía; es un sueño que hunde sus raíces en la realidad». El espejo en el que mirarse es Finlandia, un país que también cuenta con cinco millones de habitantes y que pasó por una etapa negra, tras la liquidación de la Unión Soviética, su principal cliente, en la que su riqueza se desplomó un 25%. Aquel país a orillas del Báltico fue capaz de recomponerse con un gran acuerdo en torno a la educación, la formación, innovación y desarrollo. Tras las últimas elecciones, Juha Sipilä es primer ministro, tras lograr un 21% del voto, y en un gobierno de coalición, explicó Puig.

Todo le cuadra al candidato socialista Ximo Puig. Lo explica en su libro «El problema valenciano tiene solución», una declaración en la línea del lema de campaña „«Lo vamos a arreglar»„ coronada por un título reivindicativo frente al Estado y en línea con la apuesta federalista: «Exhaustos de ofrendar nuevas glorias». Se presenta el domingo en la Feria del Libro.

La relación con España «ha de ser afectuosa y amable, pero no de subyugación», sostuvo. A lo largo de 180 páginas, el líder socialista desgrana sus propuestas para que la Generalitat deje de ser «un instrumento inviable». El «renacimiento», dijo, de la Comunitat Valenciana pasa por unos Pactos de la Generalitat „una conjura social de partidos, empresarios, sindicatos y sociedad civil en general„ como paraguas, un «cambio de modelo productivo», renegociar la deuda con el Estado „acreedor del 50% de los créditos „ y exigir la condonación de una parte. También aboga por reducir las diputaciones a la mínima expresión, subordinándolas a la Generalitat, que marcaría las directrices y las coordinaría, tras despojarlas de toda su carga política.

El líder socialista explicó que aplicaría la ley de coordinación de las diputaciones „de la etapa Lerma„ para prescindir de todos los asesores políticos. Calcula que se generaría así un ahorro de 12 o 13 millones. «Las diputaciones son el espacio institucional más opaco y de clientelismo congénito», sostuvo. Entre los cambios propuestos, las Corts aprobarían los presupuestos provinciales, según el modelo gallego que defendió. Una forma de tomar el control de la institución que más opciones tiene el PP de seguir gobernando tras el 24 de mayo.

En su diagnóstico, Puig explicó que el problema valenciano tiene que ver también «con el Consell». Explicó la importancia de que cuando «hay potencial, no falle el gobierno». Además de problemas de financiación ha habido, dijo, «despilfarro y corrupción». «No es el caso Emarsa, o caso Gürtel o Nóos, es el caso PP, con una guerra interna de final de ciclo», comentó para urgir a «regenerar la democracia y resetear las instituciones». Para el socialista, «la ruina por culpa del PP no se soluciona en cuatro días porque hay problemas estructurales». Entre ellos citó la pérdida del sistema financiero valenciano, cuya «aniquilación» califica en su libro como «la nueva versión del mal de Almansa».

«Nadie serio pactaría con el PP»

La situación requiere de un «gobierno estable» y «yo estoy dispuesto a hablar con todos con responsabilidad y generosidad», explicó al hablar de pactos postelectorales. Con todos menos con el PP. «Ningún partido serio que aspire que la C. Valenciana tenga futuro puede pactar con el PP de la corrupción y el despilfarro; es fundamental una alternativa higiénica, no se puede apoyar a quien nos ha llevado a la ruina moral y económica», proclamó. El socialista prometió que habrá «un nuevo Gobierno valenciano de cambio». «Uno solo», reiteró, para subrayar que el Consell de coalición que augura estará «muchísimo más unido y coherente que el actual». «¿Alguien piensa que yo me llevaré peor con mi vicepresidente de lo que se lleva el actual?», se pregunto con retranca.