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Terremoto en Nepal

"Nos turnamos de noche por si hay réplicas"

Los valencianos que han vivido el terremoto en Nepal trasladan su temor a nuevos temblores y las dificultades para las conexiones con la capital

"Nos turnamos de noche por si hay réplicas"

En medio de la tragedia de un país con más de 4.000 muertos y 6.800 heridos por el terremoto, en mitad de un Estado desbordado por su falta de medios (Nepal sólo tiene 2,1 médicos y 50 camas de hospital por cada 10.000 personas), un número indeterminado de valencianos se ha visto inmerso en el caos con situaciones dispares.

De guardia nocturna. Cristina Fernández, de l´Alfàs del Pi, pasó la última noche haciendo turnos de vigilancia con una compañera de Toledo. «Nos turnamos por la noche. Una está despierta durante tres horas mientras la otra duerme. Por si hay réplicas y hemos de salir corriendo del edificio», explica por teléfono desde la turística ciudad nepalí de Pokhara, a unos 65 kilómetros del epicentro del seísmo. El último temblor las sobresaltó a las 23.40 horas del domingo al lunes. Salieron por piernas del edificio. Hoy tienen previsto tomar un avión de Pokhara a Katmandú para, mañana, regresar a España con un vuelo desde la capital nepalí. «Nos han dicho que el aeropuerto de Katmandú va a ser muy caótico Así que a cruzar dedos para que así sea. Nos tocará pasar un día y una noche en la capital, pero no queremos dormir en la ciudad porque unos amigos que están ahí ahora mismo nos dicen que está fatal». Aparte del temor a las réplicas, están combatiendo la inseguridad. «Muchos duermen en los parques por miedo a que se les caiga encima la casa. Pero están habiendo robos y atracos. Hay mucha gente ebria», explica Cristina, de 23 años, cuya familia recela de que las personas alejadas de la capital sufran más dificultades para ser repatriadas por ser Katmandú la prioridad.

Del parapente al subsuelo. «Sentir y ver que todo tiembla durante dos largos minutos es aterrador». Así lo afirma desde Pokhara Nando Silla, un vecino de Torrent de 41 años que trabaja como instructor de parapente desde hace cuatro años en el Avia Club Nepal. Cuando el suelo empezó a temblar, se encontraba tumbado en una camilla y recibiendo un masaje en la espalda por una contractura. «Tuvimos que salir de la consulta a la calle. Vibraba todo el suelo, como si pasara por bajo un tren gigante a toda velocidad», explica por teléfono. Asegura que «algunas réplicas han sido bastante fuertes». Está preocupado. Pero sufre más por las otras personas. Tiene amigos cuyos familiares han perdido la casa en la región de Gorkha y de Katmandú. «Tenemos el corazón encogido por los miles de afectados en zonas muy remotas donde es difícil mandar ayuda», cuenta. Invita a realizar donaciones a una ONG formada por numerosos pilotos de parapente de todo el mundo, con proyectos en Nepal y Centroamérica, llamada Karmaflights.org. No tiene previsto regresar. Su trabajo está en el aire. Su corazón, en la tierra. Su preocupación, en el subsuelo de Nepal.

En mitad del Himalaya. A Pepa Cucarella, de Guadassuar, la tragedia le ha sorprendido mientras practicaba senderismo de alta montaña en el parque natural del Himalaya junto con su pareja (el asturiano Ángel Fernández) y otros deportistas. Llevaban una semana en Nepal. Pepa, que es médico residente en el Hospital Universitario Central de Asturias y que con anterioridad ha estado en África en misión humanitaria, ha podido contactar con su familia. Están bien y se encuentran en pleno descenso, acercándose a la ciudad de Namche Bazaar, puerta de entrada del Himalaya, para luego buscar la ciudad de Lukla y de ahí enlazar en avión con Katmandú. Apenas se enteraron del seísmo, pero la preocupación por lo sucedido se incrementó al conocer la magnitud de la tragedia. Las comunicaciones son muy difíciles.

El rock más triste. Mukti Shakya, líder y guitarrista del grupo de rock nepalí Mukti&Revival, fue sorprendido por el terremoto en Katmandú, muy cerca de donde se registró el epicentro del temblor de magnitud 7,9 el sábado. Shakya tiene una fuerte vinculación con Benicarló y el Maestrat, donde residen su mujer e hijos, y su faceta musical como guitarrista y personalidad lo han convertido en una persona muy apreciada en la zona, informa J. Maura. En estos meses el músico se hallaba residiendo en Katmandú. Las primeras horas fueron angustiosas ya que sus hijos no lograban contactar con él. Está bien, pero su casa familiar en el centro de la capital ha tenido que ser desalojada.

Llanto y rezos debajo de un pilar. Guillermo Mena, de 31 años y médico del Hospital de Castelló, se encontraba justo fuera del aeropuerto de Katmandú, camino de un congreso de medicina, cuando sucedió el terremoto. Acabó resguardado debajo de un pilar, junto a una azafata que no paraba de rezar y llorar. Ahora intenta ser evacuado, según declaró al Diario de Cádiz.

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