El enfrentamiento entre el jefe de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, y el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, a cuenta del futuro político del primero como consecuencia del escándalo de Imelsa alcanzó ayer su máxima expresión con un cruce de declaraciones, del que podría extraerse dos conclusiones: que Rus está sentenciado por Fabra y que el barón, si ha de irse, lo hará, pero haciendo ruido. Esta vez, la conversación entre ambos no se produjo en una cafetería, uno frente al otro, como ocurrió el sábado en Xàtiva, si no a través de la agencia de noticias Efe, a la que los dos recurrieron casi de forma simultánea para dejar claras sus respectivas posiciones.

El primero en hablar sobre un escándalo que ha puesto sobre las cuerdas a uno de los dirigentes del PP con más peso en la Comunitat Valenciana fue Fabra, quien fue inquirido sobre el caso por los periodistas en un acto público. Sus primeras declaraciones fueron contenidas. Indicó que no le daban miedo las grabaciones incluidas en la denuncia de EU, ya que ni siquiera conocía al exgerente de Imelsa: «No sé ni quién es Benavent, no lo he visto en mi vida. No le pongo cara ni he tratado con él, no he estado nunca con él, con lo cual estoy absolutamente tranquilo, y como yo, muchísima gente del PP». Añadió que la denuncia de EU era «una estrategia que algunos tienen y que basan su política en la denuncia, la querella y la difamación». Eso sí, Fabra insistió en que sería muy contundente «desde el Consell y el PP con aquellas personas que «pongan en duda lo que es su vocación de servicio». «Si alguien cree que puede hacerlo para uso privado, se equivoca y no tiene cabida en el partido. Eso es lo que he dicho y lo que voy a mantener en el caso de Rus y de cualquiera», mantuvo. El presidente dijo entender que Rus haya pedido amparo al fiscal ya que «toda esta situación se está generando alrededor de él y con un clima de sospecha», por lo que consideró normal que «cualquier persona que quiera despejar esas dudas quiera llevarlo cuanto antes al fiscal para declarar y que no se utilice esas posibles grabaciones en su contra si realmente no hay nada».

Sin embargo, el tono del jefe del Consell cambió horas más tarde tras unas declaraciones de Rus a la agencia Efe en las que denunció un complot contra su persona. Poco antes de las 13 horas, Efe difundió una entrevista con el barón provincial en la que este aseguraba que el caso Imelsa era «un complot contra él, no contra Imelsa o la Diputación». Añadió que desconocía «de dónde vienen los tiros» en alusión al origen de las informaciones que le relacionan con la causa, pero advirtió de que «el día después de las elecciones municipales y autonómicas, el 25 de mayo, aclararía «de dónde creo que viene ese complot». «Estoy convencido de que esto es un complot en mi contra y el día 25 lo explicaré. Yo no quiero hacer daño al partido», manifestó en una frase que evidencia que apunta a su propio partido. El entorno del barón no descarta que el fuego amigo provenga del Palau de la Generalitat. Preguntado por los apoyos internos, Rus indicó que se siente respaldado por las bases del partido y que la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, le había expresado su respaldo. Sobre el el jefe del Consell, Alberto Fabra, indicó que «en ningún momento ha dicho que no me apoyaba» aunque, ha apostilló: «a lo mejor no con mucho énfasis». «Yo no he oído en ningún momento no estoy con Rus», añadió.

Rus reiteró que no tenía previsto dimitir porque hacerlo es «dar la razón a unas noticias que se han vertido en contra mía». A su juicio, «por el honor vale la pena» continuar en la política, aunque no por la persona ya que considera que no merece «ese tratamiento ni personal ni político».

El jefe de la diputación y presidente del PP provincial aseguró que ha estado siete años trabajando en la diputación, a la que definió como «una institución modélica» en la que «todo está todo niquelado» . Subrayó que antes de entrar en política empezó a trabajar «a los 14 años» y negó haber acumulado más propiedades en el ejercicio de su cargo público que las que tenía cuando llegó. Rus recordó que «no está imputado, ni en ninguna causa». «Si alguien duda de mi, él sabrá el por qué ya que si estuviera imputado tendría que aceptar las líneas rojas marcadas», en alusión al código ético de Fabra.

El barón provincial se mostró convencido que las acusaciones contra él tienen un origen político por las elecciones e interpretó la virulencia de las mismas «porque Rus está más fuerte». «Rus es Rus y claro, no van a por los que no interesan a la gente», argumentó. Sobre la posibilidad de que haya «fuego amigo» detrás de este caso, precisó: «si es fuego amigo, pues es fuego amigo, pero no tengo ni idea». Rus admitió que en el tema personal ha sufrido «un daño tremendo». «La gente que realmente sabe como soy no lo entiende», apuntó. El barón confesó que ha adelgazado tres kilos, tiene menos ganas de comer y fuma más que antes, si bien manifestó que sigue levantándose a las siete de la mañana y acostándose a las once de la noche. Cuestionado sobre el posible paradero del exgerente de Imelsa, recalcó no tener «ni idea» pero añadió: «cualquier persona que se precie, cuando ha hecho cualquier cosa que no es correcta, lo que tiene que hacer es dar la cara y asumir su responsabilidad». «Eso sí que lo entiendo, eso sí que es de hombres», aseguró.

Y mientras Rus se expresaba en estos términos, Fabra mantenía una entrevista con Efe que aprovechó para dar un paso más en su exigencia de ejemplaridad si el contenido de las grabaciones salen a la luz: «Desde luego, ahí no vamos a esperar a la imputación, porque si realmente esas grabaciones existen y algunos miembros del PP están inmersos en ellas y se demuestra con su escucha que han tenido comportamientos inadecuados, van a salir fuera», manifestó en referencia a sus líneas rojas. «Cualquier persona que esté en el PP y que se compruebe que ha utilizado su cargo no para servir a los demás, sino para beneficio propio o para tener comportamientos irregulares o no adecuados, será expulsado del PP», reitero. «Si hay algo que es irregular, porque se demuestra de forma convincente, vamos a actuar», añadió.

Preguntado sobre si confía en la honorabilidad del presidente de la diputación, señaló: «Confío en la honorabilidad de todas las personas hasta que no se demuestre lo contrario». Y admitió que se ha generado «mucha alarma» sobre este asuntó e insistió en que cualquier persona que esté dentro de un partido debe ejercer su responsabilidad «en positivo, haciendo gala de una «vocación de servicio». El presidente reconoció también que casos como el de Imelsa dañan las siglas del PP.