Benissanó parecía vivir ayer ajena a la sonada detención de uno de sus vecinos más ilustres. Las tertulias en los bares y las esquinas seguían hablando de sus cosas y solo cuando se les preguntaba por el tema los vecinos cambiaban su rostro. En el bastión de Serafín Castellano, el rincón donde era un ciudadano más, pocos se atrevían a poner la mano en el fuego de forma abierta por el exdelegado del Gobierno. «Si ha hecho algo, que lo pague», era la frase más repetida entre quienes han sigo testigos directos de su ascenso político desde que fue alcalde del municipio, entre los años 1991 y 1999.

No reniegan de él pero tampoco le defienden a ultranza. «No se sabe nunca cómo puede actuar una persona», señala una vecina que no quiere revelar su nombre. Otra remarca que «es un buen chico» y reconoce que «ha hecho mucho por este pueblo» pero deja en el aire su duda sobre los hechos que se le imputan.

Con más vehemencia, un señor que apenas se detiene para hablar cree que «es un lladre» y dice que «ha robado en la Generalitat y ahora en la delegación del Gobierno». Esta opinión contrasta con la de otra vecina que dice que «no le veo capaz de hacer eso que dicen que ha hecho».

Nadie se descubre. No nombres, no fotos. «Aquí nos conocemos todos», dice una mujer que asegura estar «conmocionada». «Somos casi familia. Su madre era vecina mía y él -Serafín Castellano- se ha criado enfrente de mi casa toda la vida».

Teresa Berga, propietaria de un establecimiento en la misma calle en la que vive Castellano y que no tiene problema en revelar su identidad, cree que «era de esperar» y señala que «ha tensado demasiado la cuerda». No tiene miedo a decir que se alegra de la detención de quien hasta hace un año fue conseller de Gobernación.

Aparte de las consideraciones particulares de cada uno, el sentir general entre los vecinos es «conmoción», «tristeza» y «dolor».

Inma vive en la casa contigua al inmueble que Castellano comparte con sus hermanos y tiene cierta relación con la familia. «Nunca te esperas que pasen estas cosas», dice. Reconoce que es de la ideología opuesta a la que representa el PP pero insiste en su sorpresa por los hechos que se le imputan a su vecino.

Un hombre que dice ser allegado suyo pide «respeto» por el evento familiar que se celebra este fin de semana, la comunión de un sobrino. Dice que «no he podido hablar con él» y reconoce que en el municipio hay «quien se alegra y quien no» de la situación actual del exdirigente del PP. Sin embargo, a renglón seguido señala tajante que «hasta quien más le odia está hundido por lo que ha pasado».

Unos pasos adelante, en la puerta de un bar del municipio, Joan y Guillem, un par de amigos, charlan animadamente mientras toman una copa. «No somos de aquí pero hemos venido adrede a celebrar la detención», señalan.

El exterior del edificio familiar, ubicado al principio de una de las principales calles del municipio y en el que tienen también su vivienda sus hermanos, está adornado para la comunión del sobrino del político.

El trasiego de personas que ayer entraban y salían de la finca era continuo. Desde la puerta un hombre profiere insultos a los periodistas apostados en la acera de enfrente antes de cruzar la puerta desde la que ayer salió Castellano en un coche en dirección a los juzgados de Sagunt. Estos improperios son respondidos por otros vecinos del tercer piso de un inmueble contiguo: «¡Serafín devuelve la pistola», grita uno desde el balcón.

A Benissanó le incomoda ser el centro mediático. «Tan bonito que es el pueblo es una lástima que solo salga en la prensa cuando pasa algo malo», dice una mujer que no se pronuncia sobre Castellano.