Diez mil años después de que dominaran los pastos y dieran de alimentar a los primeros valencianos, casi 2.000 kilómetros de trayecto por carretera desde Holanda al ignoto rincón de la Reserva de Valdeserrillas en Los Serranos, una pista forestal muy deteriorada por las últimas tormentas y un inoportuno tacógrafo, que obligó al conductor holandés a parar en seco su camión articulado cuando los animales olían ya su libertad, no impidieron que cuatro ejemplares de «bisonte europeo» iniciaran ayer en Benagéber la gran aventura de su reintroducción en los bosques de la Comunitat Valenciana.

El objetivo de esta iniciativa, comandada por Carlos Álamo, gestor y director de la Reserva de Valdeserrillas, con el apoyo del alcalde de Benagéber, Rafael Darijo, es incorporar el bisonte a este espacio natural y de educación ambiental y hacer de estos grandes hervíboros un aliado en la gestión forestal.

Los animales, tres hembras y un macho, salieron el pasado lunes desde una reserva holandesa atravesando media Europa en un camión especial que durante muchos kilómetros sorteó los barrancos de las gargantas del Turia, en la cola del embalse de Benagéber, hasta llegar a su destino en medio de una gran expectación.

Carlos Álamo asegura que el «gran peligro» es que no se adapten. «Vienen de un clima y un entorno diferentes, pero estamos muy ilusionados», aseguró.

Poco después de abandonar los camiones, no sin resistencia, los cuatro bisontes ya dominaban la parcela de unas dos hectáreas donde pasarán un periodo de cuarentena. Curiosos, gregarios y huidizos, los bisontes olían todas las plantas y hasta la corteza de los pinos sin atreverse a comer lo desconocido.

Atento a sus primeros paso en Valdeserrillas, Fernando Morán, presidente de la Asociación del Bisonte Europeo y coordinador de las iniciativas de reproducción que se realizan en España confía en una pronta adaptación.

La filosofía de su grupo, en coordinación con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza es extender el bisonte en el mayor número de lugares posibles, a ser posible en libertad y buscando siempre su reproducción.

Más bisontes y en más lugares. Esa es la filosofía. En la actualidad hay 4.800 bisontes europeos en el mundo, menos que otras especies consideradas en peligro crítico y con un problema añadido: Todos los ejemplares son descendientes de los 12 únicos bisontes que sobrevivieron a la Gran Guerra en 1919.

Existen dos lineas de reproducción que no se pueden cruzar para mantener los genes caucásicos de una de ellas, lo que hace de la falta de diversidad genética uno de los grandes problemas de la especie.

«Siempre existe el riesgo de que se vuelvan sensibles a una gripe o a una enfermedad y mueran masivamente; de ahí la importancia de la dispersión», añadió.

«Aquí vamos a desarrollar un proyecto científico muy serio: queremos que este gran hervíboro, capaz de alimentarse de hasta 50 hierbas y plantas diferentes, contribuya a mantener limpio este bosque evitando los incendios», explicó. No hay, admite, experiencia de bisontes en pinares, pero nada desanima a los entusiastas de su conservación. «En Pinilla del Valle—un yacimiento prehistórico próximo a Madrid— Juan Luis Arsuaga—uno de los descubridores de Atapuerca— excava buscando los restos del pasado y está encontrando muchos restos de bisonte en un estrato climático similar al actual. Cada vez que encuentra restos de uno me llama y eso nos ayuda a creer que nuestro proyecto es viable», concluyó.