El tiempo siempre ha sido un tema socorrido en la incómodas conversaciones de ascensor. Sin embargo, lo que era una cuestión recurrente se ha convertido en un asunto de gran interés, dado que el mercurio ha ssubido hasta que nos hemos quedado atascados en los 40º. La primera quincena de julio ha sido la más calurosa desde finales de 1870, según informa la Agencia Estatal de Meteorología, y se han llegado a alcanzar temperaturas de hasta 44º en Pego. Ayer, en un nuevo ascenso de las temperaturas, Xàtiva se llevaba la palma con 39º.

Pero, ¿cómo afecta este bochorno en el día a día? Estas condiciones meteorológicas pueden provocar problemas relacionados con el sueño, afectar al rendimiento en el puesto laboral, agravar patologías, influir en el comportamiento favoreciendo conductas más agresivas e, incluso, llegar a ocasionar la muerte, como el caso del hombre de 84 años que falleció el viernes en Mislata. Las principales poblaciones de riesgo son las personas mayores, niños, jóvenes deportistas, y este año, por primera vez, se ha incluido a las embarazadas, tal como indica Jose Vicente Marti, jefe de la sección de Sanidad Ambiental de la Generalitat: «Este verano es especialmente peligroso por las altas temperaturas y hemos multiplicado las intervenciones preventivas». ¿Por qué sucede esto? El cuerpo humano está configurado para funcionar correctamente en temperaturas entre 8 y 22º y se adapta mal a las temperaturas extremas. «Por encima o debajo de estos umbrales, dependiendo de la constitución, aparecen disfunciones que ponen en marcha mecanismos de adaptación internos, como la sudoración, o externos, tal como la hidratación o la aireación», explica el director del Laboratorio de Climatología de la UA y comentarista meteorológico de Levante-EMV, Jorge Olcina.

Las noches en las que los termómetros no bajan de los 20º se han multiplicado desde 1980. Han pasado de una media en julio y agosto de 18 a los 28 del último año. Francis Sellés, coordinadora de la Unidad de Alteraciones del Sueño del Hospital General Universitario de Alicante, explica que «a partir de los 26º es difícil conseguir dormir: «El problema está en que el calor se está convirtiendo en algo crónico y empeora día a día».

La explicación de los que nos ocurre durante las tórridas noches estivales es sencilla: la mayor temperatura corporal provoca que la melatonina, la hormona que induce al sueño, se genera menos. Esto provoca, según expone Sellés, microdespertares a lo largo de la noche y, al día siguiente, se tiene la sensación de no haber descansado. «Afecta incluso a la hora de conducir, porque tenemos menos reflejos y puede haber un aumento de la probabilidad de los accidentes de tráfico», destaca la jefa de servicio.

El clima, y en particular las altas temperaturas, influyen en el agravamiento de algunas enfermedades. Las personas con migrañas padecen más episodios y éstos se intensifican, según señala la doctora Sellés. Además, incide en que el cuerpo y el cerebro. Para defenderse de las altas temperaturas y eliminar el exceso de calor, trabajan más para sentirse mejor. «En el caso de las personas con patología cardiovascular el esfuerzo es el doble y se pueden cansar más», añade. Carlos Enrique Falces, profesor de Psicología del Trabajo de la Universidad Miguel Hernández (UMH), destaca que «con el calor las personas son más agresivas y menos tolerantes a la frustración». El catedrático de la Escuela Universitaria de Psicología Social de la UMH, José Antonio García del Castillo, añade que estos efectos se intensifican cuando no tienes escapatoria, como un atasco, lo cual provoca un aumento de la rabia y comportamientos agresivos.

Menor rendimiento

Los trabajadores de la construcción y temporada como socorristas y camareros son algunos de los colectivos más perjudicados por el sofoco, dado que su labor se puede ver mermada. «El rendimiento baja con el calor, lo idóneo sería que los termómetros rondasen los 24-25º», apunta Del Castillo. No obstante, en los días más calurosos del año, muchos se quejan del frío en establecimientos y oficinas por el abuso del aire acondicionado. El malestar se refleja en la última encuesta de condiciones en el trabajo del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo: un 28% de los españoles no están conformes con la temperatura de su puesto laboral.

El calor de este verano forma parte del engranaje del reloj del cambio climático. Se prevé que las temperaturas aumenten entre 2,5 y 4,5 grados en esta zona del Mediterráneo, tal como indica Jorge Olcina. «Los sectores relacionados con el acondicionamiento, textiles y agroalimentarios, si saben aprovechar las circunstancias que se van a desarrollar, pueden experimentar un impulso», destaca. La ciencia y el mundo de la empresa ya están preparándose para mejorar las condiciones de vida en sucesivas olas de calor y, de paso, hacer negocio.