El exgerente de la depuradora de Pinedo e imputado en el caso Emarsa Esteban Cuesta no sabe si en estos momentos tiene abogado que le defienda. Menos de una semana ha durado la relación entre el letrado del turno de oficio y uno de los principales actores de esta trama, cuya defensa en esta fase de instrucción ha pasado ya por las manos de tres defensores diferentes.

El vínculo se rompió cuando Cuesta denunció a su letrado por revelación de secretos después de que éste le denunciara a su vez por amenazas de muerte. El cruce de acusaciones comenzó el pasado 1 de julio, cuando Cuesta recibió una llamada telefónica de H. L. anunciando que sería su nuevo abogado solo si el exgerente accedía a cumplir una pena de ocho años, un acuerdo al que habría llegado el letrado y la Fiscalía «sin consultar previamente» con el imputado. Según Cuesta, el abogado le dijo que «con lo que le pagaban el turno de oficio no iba a hacer más».

Al día siguiente, 2 de julio, Cuesta llamó al defensor y le recriminó que él no le había obligado a estar en el turno de oficio, ni decidía sus honorarios, a lo que el abogado contestó «¿pero tú de qué vas?» y colgó. Según Cuesta, la sorpresa vino cuando vio publicado en prensa que este letrado le había denunciado por amenazas de muerte, supuestamente perpetradas durante esta conversación telefónica. El imputado por el caso Emarsa sostiene que estas amenazas son falsas.

Así, el exgerente decidió denunciar ante el juzgado de guardia un supuesto delito de revelación de secretos por haber entablado conversaciones su abogado de oficiocon la fiscalía e incluso con el abogado de la acusación particular, según Cuesta. Además, remitió a la Audiencia Provincial de Valencia un escrito en el que expone su situación de «indefensión», al desconocer si cuenta con abogado o no, e interpuso una queja en el Colegio de Abogados de Valencia, en la que recoje que el letrado pretendía alcanzar una conformidad «sin apenas tener conocimiento de una causa que actualmente supera los 180 tomos».

H. L. es el tercer letrado con el que trata Cuesta. El primero renunció después de haber cobrado 200.000 euros de Cuesta y exigirle otra suma idéntica para continuar llevando su defensa. Al no poder costeárselo, le fue adjudicado uno de oficio. Éste le llevó la defensa durante dos años, pero también renunció, en esta ocasión por jubilación. Con el tercero no ha tenido más suerte.