Una semana después de que el cardenal visitara al alcalde de Valencia y escuchara de boca de Joan Ribó que la Senyera no entrará a la catedral el 9 d'Octubre y que los representantes municipales dejarán de presidir las procesiones y actos religiosos (podrán ir a título particular, pero no en representación de la ciudad), el cardenal y arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, se llevó ayer del Palau de la Generalitat una sensación más agradable tras su primera visita oficial al nuevo presidente de la Generalitat, Ximo Puig. No habrá beligerancia con la Iglesia ni genuflexión y reverencia por parte del gobierno autonómico. Ésa es la conclusión que implícitamente trasladó el primer presidente socialista en veinte años al príncipe de la Iglesia de Utiel, preocupado en su última carta semanal por la deriva laicista de la sociedad: «Vivimos tiempos difíciles para la fe: nos acosan, pero no nos derriban».

En el encuentro de ayer, según fuentes de la Generalitat, Ximo Puig manifestó al arzobispo de Valencia que el terreno en el que ambas instituciones se encontrarán será el de «la lucha contra la pobreza». «La Iglesia tiene muchos años de tradición en este campo y animaremos y colaboraremos con las iniciativas de Cáritas para tratar de dar auxilio a las personas que más lo necesitan», expresó Puig al purpurado, que coincidió con el presidente en que la atención a los más pobres y a las familias con más dificultades es la cuestión más urgente que en estos momentos tiene la Comunitat Valenciana.

Ambas partes destacaron el ambiente de «cordialidad y normalidad» que presidió la entrevista, de una hora de duración. El arzobispo salió «muy satisfecho» del encuentro, tanto por el trato personal como por las promesas de colaboración en iniciativas sociales de lucha contra la pobreza y proyectos contra el paro, según fuentes del arzobispado. La cita sirvió para abordar también cuestiones educativas como la presencia de la Religión en las aulas. Ayer mismo, el conseller de Educación afirmó que «la Religión es una materia que se ha de ofertar y nunca la hemos cuestionado». Puig y Cañizares también hablaron de intentar «favorecer la convivencia entre los ciudadanos», según destacaron fuentes del arzobispado.