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Ciencia

La voz de los "cerebros" en el exilio

El valenciano Eduardo Oliver, que representa a 400 científicos españoles en Reino Unido y que publica el lunes en "Nature", constata el "stock" de doctores

Eduardo Oliver, presidente de CERU.

Universidad: máquina trituradora de sueños y proyectos vitales. Investigación: forma cuasi sádica de dejarse precarizar hasta que el cuerpo, la mente y el bolsillo digan basta. Son definiciones tan extremas, grotescas y provocadoras como reales en muchas ocasiones. Sin embargo, el binomio universidad-investigación también es capaz de despertar y mantener el entusiasmo a prueba de bomba que rezuma el valenciano Eduardo Oliver. Roza los 34 años. Se licenció en Farmacia, con doctorado en Farmacología, por la Universitat de València. Al poco de acabar la tesis, en 2011 emigró al Reino Unido para investigar. Lleva cuatro años en el prestigioso Imperial College de Londres, en la Facultad de Medicina, Departamento de Medicina Experimental. Y es, desde este verano, presidente de la Comunidad de Científicos Españoles en Reino Unido (CERU): unos 400 investigadores españoles expatriados „unos por voluntad, otros por obligación„ bajo el paraguas de la Union Jack. God Save the Science.

Eduardo es la neurona visible de esa constelación de cerebros españoles que vaga por el espacio exterior, con más frecuencia desde el estallido de la crisis. Y cuyo talento está fuera de discusión. Precisamente este lunes, la revista Nature „la biblia de las publicaciones científicas„ sacará a la luz un trabajo cuyo autor principal es Eduardo Oliver y que revela el descubrimiento realizado por su grupo de trabajo: mediante técnicas genéticas, han localizado el gen que provoca la hipertensión pulmonar, una enfermedad rara que se produce cuando hay poco oxígeno en la atmósfera. Las arterias de los pulmones se hinchan y sube la tensión arterial. Ahora han localizado el gen responsable y, desde ya, van a desarrollar un fármaco que bloquee la actividad de dicho gen.

Después de diez años de invertir dinero la Fundación Británica del Corazón, ahora se ven los resultados. He aquí la lección básica de la investigación: es enemiga del cortoplacismo. He aquí la lección de Eduardo Oliver: «En Reino Unido hay una investigación puntera. No sólo por el dinero y los medios impresionantes que te facilitan, sino por la cultura de la investigación. Eso me ha fascinado», explica.

Entre pintas y cafés surgió en el verano de 2011 esta asociación de científicos españoles en el Reino Unido. La idea se pergeñó en pubs londinenses. La asociación se constituyó el verano siguiente. Entonces eran 27 miembros. Un año después ya superaron los 500. La cifra oscila por la movilidad de los investigadores. Y han desatado el efecto bola de nieve: ya hay nueve colectivos de científicos españoles expatriados en distintos países: en Alemania, Suecia, Dinamarca, Australia, Japón, Estados Unidos, México?

Ciencia entre cervezas

Pero las raíces no las han perdido. Si el proyecto de la CERU nació en un pub, en un pub siguen algunas de sus iniciativas. Science in the pub (ciencia en el bar), se llama uno de sus proyectos divulgativos. «El conocimiento y la ciencia pertenecen a la humanidad, a la gente, que la financia con sus impuestos y donaciones. Por tanto, hay que contarle a la gente los avances del conocimiento para que también entienda por qué es importante la investigación científica», explica.

Desde 2012 han organizado más de 120 eventos de todo tipo. También seminarios con figuras internacionales como el cardiólogo Valentín Fuster, el físico Pedro Miguel Echenique o el farmacólogo Salvador Moncada, así como talleres para que los científicos conozcan los pasos y las opciones para avanzar en la carrera investigadora en el Reino Unido o para intentar regresar a España. Y lo que es más importante: para concienciar a los científicos de que, en palabras de Oliver, «hay vida después de la Academia y la ciencia». «Esto es una carrera y no todos llegan al final, porque hay un excedente de doctores. Y si hay un stock de doctores que no pueden tener salida en la carrera académica, hay que orientarles y decirles que existen otras posibilidades que no son un fracaso si se deciden a tiempo. Porque se puede hacer ciencia y con un salario digno en la industria. O salir con un doctorado al mundo empresarial», ejemplifica Eduardo.

¿Vale la pena sufrir tanto por una carrera investigadora precaria y sin horizonte claro? «Día tras día nos lo preguntamos», responde. Y lanza una crítica con tintes de mantra: «La endogamia en la Universidad es un hecho. Y el caciquismo y el nepotismo, un problema incluso peor. Porque la investigación española no sólo tiene un problema de dinero, sino otro más importante de actitudes y de cambio cultural».

Para colaborar en la transformación de la ciencia española, el Comité de Política Científica de la CERU ha elaborado un informe de recomendaciones para la mejora del sistema público español de I+D+i basado en la experiencia adquirida en Reino Unido. En septiembre se lo expondrán a los partidos políticos. «Pedimos aumentar la financiación, reformar el sistema universitario, cambiar la cultura científica, revisar la relación mujer-ciencia?». El objetivo es que el sistema cumpla tres mandamientos básicos: «Saber retener el talento, permitir el retorno de los españoles que deseen volver, y atraer el talento extranjero». Publicar en Nature parece más sencillo.

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